27 Abr 2024

Blog

Opinión | ¿Por qué somos de izquierdas?
OPINIÓN, POLÍTICA ESTATAL, PRINCIPAL

Opinión | ¿Por qué somos de izquierdas? 

Desde la deslegitimación hasta la ridiculización, los argumentos contra el progresismo parecen variados y persistentes, pero al mirar de cerca, estos argumentos se sostienen sobre fundamentos bastante frágiles.

Por Franz S. Heiligen


Otros artículos del autor

Las cosas que Franco nunca hizo 

Manual | Cómo reconocer a un ‘fachuzo’ por su forma de hablar 


Prácticamente, desde el inicio de los tiempos, los poderes fácticos han pretendido desacreditar cualquier iniciativa, propuesta o idea que no les fuera favorable. Desde presentar a la gente de izquierdas como seres inmaduros, hasta considerarnos una suerte de discapacitados, el amplio abanico de recursos argumentativos usados para denigrar al progresismo resuena, día sí, día también, desde todos los altavoces del poder. Sin embargo, solo hay que estar un poquito pendiente para entender que todo ese argumentario reposa sobre pilares de gelatina. Veamos cuáles son los principales motivos por los que, según el argumentario de la caverna, somos de izquierdas.

  • Porque está de moda. Correcto, ser de izquierdas es como llevar pantalones de campana, cada cierto tiempo se pone de moda. Otra cuestión a tratar sería la de quién pone de moda lo que se pone de moda, pero como el ricachonado mundial no tiene cosas mejores que hacer, de vez en cuando pone de moda que sus privilegios queden en entredicho. De absurdidades como esta veremos unas cuantas en este artículo.
  • Porque es joven. Cierto es que, cuando uno es joven, aspira a comerse (o a cambiar) el mundo, y que, cuando uno crece, bastante tiene con que el mundo no se lo haya comido (o haya cambiado) a él. En cualquier caso, es algo muy típico de los pollaviejas el pretender desacreditar a aquellos jóvenes que aún conservan ese ímpetu propio de la juventud y que ellos ya perdieron tiempo ha. Ejemplos de esto, los podemos encontrar a montones en redes sociales y sobre temas diversos, no solo en política. Por suerte, la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, y algunos de nosotros ya no somos el objetivo de este comentario.
  • Porque queda bien parecer solidario. La capacidad de análisis de algunas personas puede llegar a niveles asombrosos. Según esta afirmación, la gente que estamos a favor del reparto de la riqueza y de la completa satisfacción de las mínimas necesidades de subsistencia para toda la población, lo estaríamos solo de postureo, para quedar bien, pero realmente pensamos “lo que piensa todo el mundo”. En fin, si hay personas que se sienten mejor creyendo que todos y todas pertenecemos a su misma catadura moral, no seré yo quien las saque de sus ensoñaciones.
  • Porque le han comido el coco. Por supuesto, en un mundo en el que la inmensísima mayoría de los medios de comunicación lanzan constantemente, en informativos, series y espacios diversos, mensajes de derechas en diferente medida, pero de derechas al fin y al cabo, al que le han comido el coco es a mí. Esta afirmación no supone ninguna innovación en el campo del pensamiento político y lo único que pretende es reducir al nivel de discapacitado cognitivo a cualquier oponente político.
  • Porque no sabe cómo funciona el mundo. Quizá sea precisamente porque sí que sabemos cómo funciona el mundo, y quizá sea precisamente esa forma de funcionar, y el hecho de que el mundo esté en manos de una panda de mafiosos psicópatas lo que no nos hace una especial ilusión.
  • Porque nunca ha vivido en un país comunista. Ciertamente, casi ninguno de nosotros ha vivido nunca en un país comunista. La gran mayoría de nosotros hemos vivido siempre en el mundo capitalista, y sabemos perfectamente qué es lo que no nos gusta de este mundo. Por otra parte, lo que los ciudadanos de a pie hemos escuchado toda la vida sobre los países comunistas fue lo que nos contaron los medios capitalistas. Por poner un ejemplo claro, lo que nos han contado durante décadas sobre el comunismo es lo que nos contaría un ateo si le preguntáramos sobre religión.
  • Porque quieren destruir España. A ver, que no somos Skeletor, el Profesor Maligno ni el Comandante Cobra. En primer lugar, ¿a qué le estamos llamando exactamente “destruir España”? Porque a lo mejor lo que queremos destruir es vuestro concepto de España. Y en segundo lugar, ¿qué beneficio sacaríamos nosotros de destruir España? Este argumento corresponde con el tópico urfascista del permanente complot. Según el creador del concepto de urfascismo, Umberto Eco, el fascismo necesita de un enemigo del cual defenderse para poder existir como tal.  
  • Porque quieren una guerra. De los creadores de la saga “Argumentos inverosímiles”, nos llega esta nueva entrega. ¿Por qué querríamos iniciar una guerra? ¡Queremos todo lo contrario! Tal vez habría que recordar a alguien que las guerras las suelen iniciar las clases más privilegiadas y por motivos que poco o nada tienen que ver, por mucho que los medios de comunicación se empeñen en ello, con conceptos elevados tales como la libertad o la justicia. Ahora bien, quizá lo de “iniciar una guerra” sea un sinónimo de “reclamar nuestros derechos”, en cuyo caso sí, sería nuestra intención.

Además de estas afirmaciones, existen otros tópicos que no podemos dejar de mencionar en este escrito:

  • Ser de derechas es lo normal. Es lo normal si tus referentes informativos son Vicente, Federico o Ana Rosa. Por desgracia, algunas personas preferimos escuchar noticias que tengan una mínima relación con la realidad. Esta identificación de ser de derechas con lo normal pretende presentar a todos aquellos pensamientos emancipadores de las clases populares como una anomalía social, y a aquellos que los enarbolan como unos marginados.
  • Los ricos no pueden ser de izquierdas. En cambio, que los pobres sean de derechas es fetén. Pura lógica.
  • El comunismo ha provocado cien millones de muertes. Este es el típico ejemplo de estadística sacada de un estudio realizado por la Facultad de Sociología de Mi Sacrosanta Entrepierna. Sin acotar esta afirmación a un territorio ni a un momento concreto de la historia, podemos ver que en ninguna estadística seria existe semejante reducción de la población. Imaginaos a qué ritmo tenían que engendrar hijos los comunistas para rellenar semejante déficit poblacional. Por otra parte, y en el caso muy hipotético de tomarnos esta afirmación como veraz, es curioso que ni los suicidios sucedidos a raíz de desahucios o de otras situaciones desesperadas, ni los fallecimientos sucedidos en migraciones del tercer al primer mundo, ni las muertes provocadas en guerras coloniales, han pasado nunca a formar parte de una estadística de decesos provocados, de forma directa o indirecta, por el capitalismo.

Y bien, esto sería un breve esbozo de los argumentos que suelen ser usados contra nuestra forma de pensar y de las respuestas que se les podrían dar. Con todo, dado que la argumentación no es una ciencia exacta, este modesto escrito es susceptible de ser corregido, modificado o ampliado por alguien que no se llame César Vidal, Juan Ramón Rallo o Francisco Marhuenda, por poner un ejemplo. Ellos que escriban en otro sitio.

Deja una respuesta

Required fields are marked *