Lacalle, liberal todo él, defiende la posibilidad de alquilar un cuerpo, argumentando que si el cuerpo de una mujer es suyo para terminar con un embarazo, también debería serlo para crear una vida
El debate sobre el cuerpo de las mujeres y su derecho a decidir sobre él, sigue siendo un tema candente y polémico, y la noticia de que Ana Obregón había comprado un bebé en Estados Unidos ha vuelto a traer el tema a primera plana. El hecho de que un polémico economista liberal, como Daniel Lacalle, decida pronunciarse sobre un tema tan delicado como el alquiler de vientres, no hace sino avivar el fuego de la controversia.
Lacalle defiende la posibilidad de alquilar un cuerpo, argumentando que si el cuerpo de una mujer es suyo para terminar con un embarazo, también debería serlo para crear una vida. Sin embargo, esta premisa parte de una visión simplista y peligrosa de la realidad, ya que ignora la complejidad y la responsabilidad que implica gestar y llevar a término un embarazo.
Igual porque las mujeres no abortan a cambio de dinero, genio. pic.twitter.com/WUPkW7lfPt
— Marina Lobo (@marinaLobL) March 30, 2023
La respuesta de Marina Lobo, presentadora de HECD en Spanish Revolution y coordinadora de guion en Hora Veintipico en La Ser, a Lacalle es contundente y acertada: las mujeres no abortan a cambio de dinero. Y es que, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo no puede ser equiparable a la posibilidad de utilizar ese cuerpo como un objeto de alquiler, y mucho menos a cambio de una remuneración económica.
Además, el alquiler de vientres implica un riesgo para la salud de las mujeres gestantes, ya que se trata de un procedimiento invasivo y no exento de complicaciones. También plantea cuestiones éticas y legales que no pueden ser obviadas, como la posibilidad de que las mujeres sean explotadas o coaccionadas para llevar a cabo esta práctica.
Es importante destacar que la gestación subrogada no es una práctica permitida en muchos países, precisamente por las cuestiones éticas y legales que implica. Es por ello que, aunque pueda resultar tentadora la posibilidad de utilizar un cuerpo ajeno para llevar a término un embarazo, no podemos obviar las consecuencias y riesgos que ello conlleva.
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