En un acto que desafía los cimientos de la democracia española, una carta ha comenzado a circular en los cuarteles militares del país, haciendo un llamado a las fuerzas armadas y de seguridad para que actúen «según los dictámenes de su conciencia» y consideren un golpe de estado para «socorrer» a España. Este documento, que emerge de las sombras de un colectivo denominado Acción Civil, se presenta como un grito antidemocrático de un sector que ve en la continuidad del gobierno de coalición una amenaza a la integridad nacional.

¿UNA NACIÓN EN LA ENCRUCIJADA?
La carta, titulada ‘Carta del pueblo a las fuerzas armadas y fuerzas y cuerpos de seguridad’, se erige como portavoz de una sociedad que, según sus autores, se encuentra al borde del abismo. El texto, cargado de una retórica incendiaria, denuncia una «acción política, abyecta y genocida» por parte del poder establecido, acusándolo de conducir al país hacia un desastre sin precedentes. La independencia y el separatismo son señalados como los males a combatir, en un discurso que evoca los fantasmas de un pasado autoritario.
La elección del momento para la difusión de este mensaje es, cuanto menos, sospechosa. No se menciona explícitamente a Pedro Sánchez, pero el subtexto es claro: el acuerdo por la amnistía que se negocia entre Junts per Catalunya y el PSOE ha encendido las alarmas de este grupo, que ve en la unidad de España un dogma inquebrantable.
«Defiendan a la sociedad civil y no el Estado», exhortan a las fuerzas armadas y de seguridad, instándolas a escuchar el llamado de un pueblo que, según ellos, aguarda ansioso una señal de apoyo. La carta va más allá, solicitando la apertura de un «periodo de Libertad Constituyente» donde el pueblo español pueda decidir su futuro a través de referéndums. Sin embargo, el tono y el contenido del mensaje no dejan lugar a dudas sobre sus verdaderas intenciones: un cambio de régimen que huele a totalitarismo.
UNA ESTRATEGIA ORQUESTADA
La distribución de la carta no es un acto espontáneo, sino una maniobra calculada que se extenderá durante varios días. Los miembros de Acción Civil, trabajando en parejas, han sido instruidos para cubrir todo el territorio nacional, entregando este documento subversivo en cada cuartel. Se les ha pedido incluso documentar la entrega con grabaciones y fotografías, en un intento de legitimar su campaña y, posiblemente, intimidar a los destinatarios.
Este llamado a la rebelión no es solo un ataque a la estabilidad política del país; es un desafío a la legalidad y a los principios democráticos que sostienen a la nación. En un mundo donde la democracia se enfrenta a constantes amenazas, la aparición de esta carta es un recordatorio sombrío de que los ecos del autoritarismo aún resuenan en algunos sectores de la sociedad.
«¡Por favor, socorrednos! ¡Dadnos una señal de apoyo!», clama la carta en su conclusión, un mensaje que debería resonar como una alarma para todos los defensores de la democracia. La pregunta que queda en el aire es si este llamado a la insurrección encontrará oídos receptivos dentro de las fuerzas armadas y de seguridad, o si prevalecerá la lealtad a la Constitución y al sistema democrático que ha regido a España desde la transición.
En un momento en que la sociedad española se encuentra más polarizada que nunca, este tipo de acciones no solo son irresponsables, sino peligrosamente provocadoras. Es imperativo que la sociedad civil, las fuerzas políticas y las instituciones del Estado se mantengan vigilantes y condenen cualquier intento de subvertir el orden constitucional. La democracia española ha superado desafíos en el pasado; debe estar preparada para hacerlo una vez más.
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