La presidenta de Madrid convierte la fiesta de la Hispanidad en un escaparate millonario sin rastro indígena.
UNA FIESTA FRANQUISTA RECICLADA A GOLPE DE TALONARIO
El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha firmado un contrato de 484.000 euros para que Gloria Estefan, estrella afincada en Miami con una fortuna estimada en entre 500 y 700 millones de dólares, actúe como pregonera y cantante principal de la Hispanidad 2025. La cifra representa más del 20% del presupuesto total para todo el programa cultural, fijado en 2.398.059,77 euros, y se ha tramitado mediante un procedimiento negociado sin publicidad. Traducido: un dedazo con dinero público.
No es un hecho aislado. Desde 2021, cuando Ayuso convirtió el 12 de octubre en un “festival urbano”, la cifra destinada a esta celebración ha pasado de 825.000 euros a más de 2 millones en 2025. Cada año, el presupuesto crece al mismo ritmo que se encoge la inversión en servicios básicos. Se trata de la enésima muestra de cómo la derecha madrileña desvía recursos públicos para financiar propaganda identitaria mientras precariza la sanidad, la educación o la vivienda.
La elección de Gloria Estefan no es casual. Es la voz amable de una operación política. Una artista latina con fama mundial que sirve como cortina de humo para encubrir la esencia del invento: la Hispanidad como relato franquista reciclado por Aznar y actualizado por Ayuso para blanquear un pasado colonial de saqueo y exterminio.
El contrato lo justifica por su “gran capacidad de atraer públicos”, pero el trasfondo es otro: se compra legitimidad mediática a golpe de chequera. A Estefan se le paga lo que a la vez se niega a miles de sanitarias y sanitarios que siguen trabajando en condiciones indignas. Medio millón para un concierto, cero euros para reforzar la atención primaria.
EL RUIDO COMO MODELO DE GOBIERNO
En paralelo, Ayuso impulsa una reforma legal que permitirá blindar macroeventos con problemas de ruido, como los partidos del Bernabéu reconvertidos en conciertos masivos o la llegada de la Fórmula 1. Es el mismo modelo: sacrificar el descanso de vecinas y vecinos, ignorar los problemas medioambientales, favorecer a promotores y empresas privadas.
Mientras tanto, se presenta como “defensora de la libertad”. Una libertad reducida al ruido, al hormigón y al espectáculo, que excluye a quienes no pueden pagar un alquiler en Madrid, a quienes esperan meses por una cita médica o a quienes ven arder los montes porque no hay brigadas suficientes. Ayuso convierte Madrid en un parque temático neoliberal donde el derecho al descanso o a la salud se subordinan al negocio de unos pocos.
En la programación de este año figuran artistas como Niña Polaca, Bomba Estéreo, Alizzz, María José Llergo o Rita Payés. Ninguna presencia indígena, ninguna memoria crítica, ningún reconocimiento a quienes padecieron la conquista y la colonización. El “legado hispanoamericano” que se celebra es el del expolio narrado desde arriba, nunca el de las resistencias ni las luchas. Un relato sin grietas, sin conflicto, sin justicia.
La Hispanidad que defiende Ayuso no es cultura. Es propaganda ideológica financiada con dinero público. Es una cortina de humo que tapa la privatización sistemática de Madrid y la impunidad de los negocios que crecen a la sombra del poder. Es ruido contra memoria, espectáculo contra derechos, dinero contra dignidad.
La fiesta de Ayuso no es inocente. Es un homenaje al colonialismo pagado con los impuestos de quienes hoy sufren sus nuevas formas: desahucios, precariedad y explotación.
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