Las explicaciones ofrecidas, vagas y contradictorias, no logran disimular el vacío en su agenda, la inacción en momentos críticos y el desprecio por la transparencia.
La jornada del 29 de octubre marcó uno de los episodios más oscuros en la gestión de emergencias en Valencia. Carlos Mazón, president de la Generalitat, se ausentó durante cinco cruciales horas mientras la DANA azotaba con ferocidad, causando más de 200 víctimas. Las explicaciones ofrecidas, vagas y contradictorias, no logran disimular el vacío en su agenda, la inacción en momentos críticos y el desprecio por la transparencia.
UNA EMERGENCIA CLIMÁTICA, UNA AGENDA VACÍA
Desde primeras horas de la mañana, la AEMET ya había declarado alerta roja en el interior norte de Valencia. La situación empeoraba minuto a minuto. La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, se encontraba en contacto constante con los municipios en riesgo. Sin embargo, Mazón decidió continuar con su día “de trabajo” como si nada estuviese sucediendo. A las 10:45, asistía a un acto de sostenibilidad turística en el Palau. Más tarde, en lugar de involucrarse en la gestión directa de la emergencia, compareció ante la prensa y declaró sin titubeos que el temporal “se desplazaba”.
Esa declaración, transmitida en redes sociales, se transformó en un bumerán de descrédito y tuvo que ser eliminada cuando la catástrofe era ya innegable. Es revelador que, mientras se ofrecían datos alarmantes sobre inundaciones, el president de la Generalitat evitara intervenir de manera efectiva y optara por encuentros protocolarios y reuniones de “trabajo” sin registrar. Durante ese lapso, en las zonas afectadas se superaban umbrales de alarma en la Rambla del Poyo, y decenas de localidades aguardaban respuestas y ayuda.
¿UN ALMUERZO O UNA IRRESPONSABILIDAD?
La hora más crítica llegó alrededor de las 14:30 cuando se reportó la desaparición de una persona en L’Alcúdia. No obstante, Mazón no se presentó en el Centro de Coordinación de Emergencias hasta las 19:00 horas, dejando a la consellera de Justicia, Salomé Pradas, al frente de la situación. La consellera, lejos de responder con rapidez, desestimó hasta en tres ocasiones el apoyo ofrecido por el Gobierno central. Cuando finalmente se activaron los avisos de protección civil, era ya demasiado tarde para muchas personas en situación de peligro.
El punto más escandaloso de esta historia lo representa el almuerzo “de trabajo” de Mazón. Ni él ni su equipo han detallado con quién comió, qué temas se abordaron o por qué no figuraba en su agenda oficial. La falta de transparencia es evidente: el hecho de que un almuerzo, en plena crisis climática, se realice sin registro alguno en el portal de transparencia, muestra el desprecio del president hacia las normativas de rendición de cuentas y su prioridad hacia intereses privados antes que el bienestar de la población.
Mientras los cuerpos de seguridad y la ciudadanía se enfrentaban a inundaciones y destrucción, el máximo responsable del Consell estaba ausente. En una situación donde cada minuto contaba, los valencianos y valencianas fueron testigos de un espectáculo de incompetencia. Los intentos de ocultar la inacción tras una agenda vacía solo agravan el daño, recordándonos que el poder político debe rendir cuentas en todo momento, y aún más en una crisis.
CINCO HORAS EN BLANCO, UNA GESTIÓN NEFASTA
Cuando Mazón finalmente se presentó en la reunión del Cecopi, lo hizo sin conocimiento de la situación en tiempo real. Su demora retrasó las decisiones ejecutivas en un momento en el que Valencia se encontraba en un punto de no retorno. ¿Por qué un presidente de gobierno local debe ser informado de urgencias climáticas tan graves cinco horas tarde, cuando ya todo había cambiado? Su descoordinación, junto con la falta de preparación de Pradas, quien ignoraba la existencia del sistema de alerta masiva ES-Alert, no es solo negligencia; es una demostración de la desconexión de este gobierno de la realidad y las necesidades urgentes de la ciudadanía.
El sistema de alertas, implementado en 2019, fue concebido para salvar vidas. Sin embargo, en esta emergencia, se activó tardíamente y en zonas sin cobertura, dejando a cientos de personas en peligro. Pradas ha justificado su falta de conocimiento, pero en un cargo de alta responsabilidad, esa ignorancia resulta inaceptable. Si el conocimiento de los sistemas de emergencia es escaso, las consecuencias recaen sobre la población indefensa.
La normativa valenciana de transparencia exige que toda reunión o acto de trabajo esté registrado y publicado con antelación o, en su defecto, posterior a la fecha, a menos que existan razones justificadas. A pesar de ello, ni Mazón ni su equipo han cumplido con estos principios. La Generalitat sigue sin publicar detalles de la “comida de trabajo” en la agenda institucional, una violación directa de la ley de transparencia.
El argumento de la “comida privada” resulta insultante en una situación de tal gravedad. Mientras se enfrentaban a una de las peores crisis climáticas del año, el president valenciano actuó como un dirigente sin deberes ni responsabilidades hacia su propia gente. Las ausencias, los secretos y la incompetencia han dejado en evidencia una estructura de poder que se prioriza a sí misma, en lugar de a la población a la que debería proteger.
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