El Furor español y la fragata italiana llegan al Mediterráneo para aparentar protección, pero su misión revela que la flotilla sigue expuesta.
LA PROTECCIÓN QUE NO PROTEGE
Pedro Sánchez lo dijo desde Nueva York: España enviará un buque militar “para proteger” a la flotilla solidaria rumbo a Gaza. Pero en el mismo párrafo dejó claro que no habrá escolta, ni confrontación, ni defensa real. El Furor solo actuará si es necesario rescatar a los tripulantes tras un nuevo ataque israelí.
La diferencia es abismal. No es lo mismo disuadir que recoger los restos. Lo primero protege, lo segundo maquilla. La Armada española se limitará a estar cerca, a modo de ambulancia flotante, mientras drones y explosiones intimidan a civiles desarmados en alta mar.
Europa ha optado por la semántica antes que por el coraje. Decir “proteger” cuando en realidad se habla de “asistir” es la manera más suave de reconocer que Israel tiene carta blanca incluso fuera de sus aguas.
UNA FLOTA DE PAZ RODEADA DE GUERRA
La Flotilla Sumud Global, con 500 voluntarias y voluntarios de 45 países, ha sufrido ataques reiterados: 13 explosiones en una sola madrugada cerca de Creta, drones descendiendo hasta los mástiles, interferencias en las comunicaciones. Todo esto contra barcos cargados de alimentos y medicinas.
La reacción europea es enviar fragatas y patrulleros, pero con las manos atadas. Ni disparar, ni interceptar, ni impedir. Solo observar y rescatar. Se protege a los pasaportes, no a las personas. Se protege la imagen diplomática, no el corredor humanitario.
La palabra “proteger” debería significar garantizar que esas 50 embarcaciones civiles llegan a Gaza. En este caso significa algo distinto: aceptar que el asedio continuará y que lo único que harán los gobiernos es recoger los pedazos.
La flotilla sigue navegando porque sabe que ningún cañón europeo la cubrirá. Lo que la protege no es el Furor, ni la Fasan, ni Irlanda si se suma. Lo que la protege es la determinación de miles que, sin armas, enfrentan el bloqueo más largo y cruel del siglo XXI.
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