Quienes venían a cambiarlo todo en nombre de la austeridad, despilfarran recursos públicos mientras los servicios esenciales en Andalucía continúan en precariedad
Con tan solo 14 parlamentarios, el partido de ultraderecha Vox en Andalucía ha logrado gastar prácticamente lo mismo en personal que el Partido Popular, que cuenta con 58 diputados. La lógica y el sentido común gritan que algo aquí no cuadra.
El partido de Santiago Abascal en el Parlamento andaluz declaró un gasto en personal de 798.708 euros en 2023, cifra que casi empata con la del PP, que, a pesar de tener cuatro veces más representación, desembolsó 800.000 euros. ¿Qué clase de estructura tiene Vox para justificar este nivel de gasto? Es una pregunta que no tiene respuesta en los informes presentados y que deja al descubierto el nivel de descontrol en el que operan algunos partidos políticos en España.
Mientras tanto, el patrimonio neto de Vox se ha reducido en un asombroso 94%, pasando de casi 900.000 euros en 2022 a unos exiguos 52.000 euros en 2023. Pero no nos engañemos, porque a pesar de esta caída, siguen siendo el grupo más rico de la Cámara. Y eso no es todo: su liquidez, la verdadera muestra del músculo financiero de un partido, es la más alta entre los grupos parlamentarios, alcanzando los 88.691 euros. Una liquidez que claramente no se traduce en mejoras para la ciudadanía andaluza, que sigue sufriendo las consecuencias de recortes en sectores clave como la sanidad, la educación y los servicios sociales.
Mientras los enfermeros y enfermeras luchan contra un sistema sanitario cada vez más colapsado y las y los docentes se enfrentan a aulas masificadas, Vox gasta sin pudor cantidades desorbitadas en mantener a su personal. La opulencia de unos pocos frente a la precariedad de muchos es el verdadero rostro de Vox en Andalucía.
EL JUEGO DE LAS SUBVENCIONES PÚBLICAS: CUANDO EL DISCURSO NO COINCIDE CON LA REALIDAD
Lo más escandaloso de todo es que, mientras Vox presume de ser el adalid de la “gestión eficiente” y de denunciar el “gasto superfluo”, son los primeros en beneficiarse de las generosas subvenciones públicas. En 2023, recibieron 1,37 millones de euros del Parlamento andaluz, aunque solo reflejan unos ingresos de origen público de poco más de 513.000 euros en su contabilidad. Una diferencia que deja muchas preguntas sin respuesta y abre la puerta a la opacidad en la gestión de los fondos públicos.
El gasto en personal de Vox no es el único aspecto alarmante de sus finanzas. Adelante Andalucía, con muchos menos ingresos que Vox, muestra un control mucho más responsable de sus recursos, con un patrimonio neto que, aunque apenas superior al de Vox, refleja una mejor gestión. El grupo socialista, que a menudo es vilipendiado por la derecha, presenta cifras más ajustadas y transparentes en cuanto a ingresos y gastos. Vox, en cambio, parece preferir operar en las sombras, utilizando el dinero de la ciudadanía para mantener una estructura inflada e innecesaria.
Esta contradicción entre el discurso populista de “reducir el gasto público” y la realidad de su gestión es un insulto para la población andaluza, que ve cómo se destinan millones de euros a mantener a un partido que no duda en beneficiarse de las arcas públicas mientras condena a otros por hacerlo. Vox ha demostrado que sus principios son maleables, adaptándose a sus intereses financieros cuando les conviene. El dinero público que tanto critican en boca de otros partidos, es el mismo que oxigena sus estructuras.
El caso de Vox en Andalucía no es una anomalía, sino un reflejo de la hipocresía generalizada en muchos partidos de extrema derecha en Europa. Sus líderes levantan la bandera de la austeridad, mientras dilapidan recursos en salarios y estructuras de personal que, en comparación con su representación real, son desproporcionadas. Este despilfarro de recursos es un recordatorio de que detrás de su retórica de “defensa de lo nacional” solo hay ambición desmedida.
La ciudadanía andaluza merece mucho más que un partido que solo busca inflar sus bolsillos y mantener sus privilegios.
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