Países como Austria, Alemania, Francia, Portugal y Hungría ya disfrutan, o están a punto de hacerlo, del abono único de transporte que permite a las personas viajar en múltiples medios de transporte por solo un euro por día
Si le preguntas a cualquier viajero frecuente sobre su visión del transporte ideal, es probable que sueñe con un abono que le permita saltar de ciudad en ciudad, medio en medio, sin que su billetera llore en el proceso. Pero, mientras este sueño parece estar a la vuelta de la esquina para algunas naciones europeas, España aún espera en la estación, mirando cómo el tren del progreso se aleja.
AUGE INTERNACIONAL DEL ABONO ÚNICO
Hablemos primero de quienes sí están subidos en ese tren. Países como Austria, Alemania, Francia, Portugal y Hungría ya disfrutan, o están a punto de hacerlo, del «abono único de transporte que permite a las personas viajar en múltiples medios de transporte por solo 30 euros al mes, equivalente a un euro por día». Sí, leíste bien. No es ciencia ficción. Es una realidad en marcha.
¿Qué esperamos para subirnos a este avance? Javier Peña, reconocido activista y director de la plataforma ecologista de Hope, ha desglosado datos que nos invitan a reflexionar sobre esta realidad internacional y nuestra notable ausencia en ella.
EL COSTO DE QUEDARSE ATRÁS
¿Y cuál es el precio de este abono soñado? La cifra parece astronómica a primera vista: 2.000 millones de euros al año. Pero, ¿qué si te dijera que el dinero ya está allí, esperando a ser utilizado? Según Peña, una solución podría encontrarse en un impuesto al queroseno, el combustible de los aviones, que actualmente disfruta de un estatus privilegiado estando “100% libre de impuestos”. Imponer este impuesto podría generar unos 5.000 millones de euros anuales. Haz las cuentas. El dinero no solo cubriría el costo del abono, sino que sobraría para mejorar el sistema de transporte. Sin embargo, las voces aeronáuticas no parecen dispuestas a ceder su tajada del pastel.
Es evidente que el problema no es el financiamiento, sino la falta de voluntad política y el arraigado amor por las viejas costumbres. Y mientras seguimos debatiendo, otras naciones europeas nos llevan la delantera, reduciendo la contaminación, fomentando la movilidad y mejorando la calidad de vida de su ciudadanía.
UNA LLAMADA A LA ACCIÓN
Greenpeace, la reconocida organización ambiental, ya ha movilizado a la sociedad civil al lanzar una petición exigiendo que este sistema se adopte. Las pruebas piloto, como descuentos temporales en el transporte público, han mostrado ser exitosas. A pesar de ello, aún estamos aquí, debatiendo si las pruebas son suficientes o si, en realidad, «esto no es una utopía ni es un imposible».
El llamado es claro: necesitamos adoptar medidas urgentes que no solo combatan la crisis climática, sino que también sean beneficiosas para el bienestar social. No se trata simplemente de un lujo, sino de una necesidad imperante. Y no, no es una visión idealizada de un futuro distante. Es una posibilidad real, viable y necesaria.
Es hora de que las y los líderes políticos de España se suban al tren del progreso. Las y los ciudadanos lo demandan. Porque, si bien 30 euros al mes puede no parecer una gran suma, el costo de quedarse atrás es inmensurable.
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