Salvador Escudero, concejal del PP en Torrox, ha sido el último en unirse a esta lista de políticos que parecen olvidar la responsabilidad que conlleva su cargo. Sus palabras, en las que comparó a migrantes subsaharianos con «animales» y sugirió que podrían traer enfermedades como el tifus, no solo son inexactas, sino que también son peligrosamente divisivas.
La llegada de 206 migrantes subsaharianos a Torrox, trasladados desde Canarias, fue el contexto de estas declaraciones. En una entrevista en la radio municipal, Escudero no solo hizo comparaciones desafortunadas, sino que también criticó la decisión de alojar a estos migrantes en un hotel, sugiriendo que se les estaba dando un trato preferencial en comparación con las y los ciudadanos de Torrox. Estas palabras, además de ser inexactas, muestran una falta de comprensión y empatía hacia las difíciles circunstancias que enfrentan las personas migrantes.
Cuando el esperpento, la insensibilidad, la ofensa hacia los demás, es tan grande; la dimisión es el camino más lógico.
LA REACCIÓN Y LA NECESIDAD DE RESPONSABILIDAD
Tras el revuelo generado por sus palabras, el Ayuntamiento de Torrox emitió un comunicado en el que Escudero ofreció «sus más sinceras disculpas» a la comunidad, a los turistas y a los propios migrantes subsaharianos. Es esencial reflexionar sobre por qué estas palabras se dijeron en primer lugar y qué reflejan sobre la percepción de las y los migrantes en la sociedad.
El concejal, en su intento de justificar sus palabras, mencionó que su objetivo era destacar la necesidad de colaboración entre instituciones para garantizar una organización adecuada de la ayuda humanitaria. Sin embargo, sus palabras originales son más un ataque a las personas migrantes que una crítica constructiva a las políticas gubernamentales.
Es esencial que las y los representantes públicos se den cuenta de que sus palabras tienen peso y pueden influir en la percepción pública. Las comparaciones desafortunadas y las declaraciones insensibles no solo dañan la imagen del político en cuestión, sino que también pueden alimentar prejuicios y estereotipos dañinos en la sociedad. Cuando el esperpento, la insensibilidad, la ofensa hacia los demás, es tan grande; la dimisión es el camino más lógico.
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