“Mi problema no es el gallego o el castellano, es el inglés”
El proverbio moderno “sin dominar el inglés, en el mundo actual no te moverás más allá de tu porche” se ha arraigado profundamente en el ideario colectivo, resonando en las voces de educadores, progenitores y empresarios de la enseñanza del inglés. No resulta sorprendente, dada la persistente debilidad de España en esta habilidad lingüística, situada en un modesto puesto 33 en el ranking mundial de competencia en inglés.
Esta deuda nacional ha sido personalizada por Feijóo en una reciente entrevista con Ana Rosa Quintana, donde ha admitido abiertamente su propia brecha lingüística. “Mi problema no es el gallego o el castellano, es el inglés”, ha precisado.
LA MASCARADA LINGÜÍSTICA DE FEIJÓO
De esta manera, Feijóo parece desplegar una cortina de humo sobre su futuro como potencial líder internacional, intentando, sin embargo, minimizar sus carencias lingüísticas. “Tenía profesor para aprender inglés el lunes pasado y me ponen elecciones. No pasa nada. Hay traductores”, ha añadido en su defensa. Aquí radican dos implicaciones destacadas; la primera, Feijóo parece esculpir su imagen como líder internacional, y la segunda, evidencia un dominio de inglés precario, al parecer compartido por un amplio segmento de la población española.
Aquí radica quizá el aspecto más sorprendente de este episodio: la insinuación de que la culpa de su deficiencia en inglés podría recaer en alguna medida en el presidente Sánchez. Este intento de desviar la responsabilidad es tanto desconcertante como ilustrativo de una táctica política muy extendida: la figura del chivo expiatorio.
En la antigua Grecia, durante la festividad del Día de la Expiación, se enviaba un chivo al desierto, cargado simbólicamente con los pecados del pueblo. Esta práctica, que da nombre a la táctica de desviar la culpa a un tercero, ha perdurado a lo largo de los siglos, y es tristemente común en el terreno político. Al transferir la culpa de su incompetencia lingüística a la figura de Sánchez, Feijóo desplaza hábilmente el foco de atención, evitando así un escrutinio más detallado de su situación personal.
Este enfoque, aunque ingenioso, corre el riesgo de minar su credibilidad y autenticidad. En lugar de responsabilizarse de su propia formación y habilidades, opta por señalar a otro, en un claro intento de evadir la responsabilidad personal. Es como si un estudiante de instituto, en lugar de admitir que no ha estudiado para un examen, acusara a su profesor de no haberle proporcionado el material necesario.
Esta táctica no solo es deshonesta, sino también contraproducente. Al atribuir a Sánchez la culpa de su falta de inglés, Feijóo revela una falta de introspección y responsabilidad que es alarmante en una figura de su estatura. Y es que el dominio de una lengua extranjera no es una cuestión de circunstancias externas, sino de esfuerzo y dedicación personal. Como una semilla plantada en suelo fértil, el dominio de un idioma requiere tiempo, atención y cuidado para crecer y dar frutos.
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