El odio se ha institucionalizado. Y mientras la extrema derecha lo agita desde las calles, parte del sistema político lo blanquea desde los despachos.
UN GRUPO NEONAZI QUE CRECIÓ A LA SOMBRA DE VOX
El grupo neonazi ‘Deport Them Now’, creado para organizar cacerías de migrantes bajo el disfraz de “protestas vecinales”, vuelve al punto de mira judicial. La Fiscalía contra los delitos de odio ha avalado ampliar la investigación al conjunto de acciones racistas perpetradas por esta organización antes de los disturbios de Torre Pacheco (Murcia) el pasado julio, donde su líder, hoy en prisión preventiva, incitó directamente a la violencia racial.
El caso ya lo instruye el Juzgado de Mataró (Barcelona), que ha aceptado la personación de Catalunya en Comú como acusación popular. “Es importante investigar la actuación completa y global de este grupo de ultraderecha violento”, declaró el diputado Andrés García Berrio, que exige esclarecer los vínculos del grupo con partidos de extrema derecha como Vox.
El fiscal sostiene que las manifestaciones racistas en Mataró, Terrassa, Cerdanyola e Igualada deben investigarse de forma conjunta, dado que responden a un mismo patrón de organización, discurso y objetivos. No se trata de actos espontáneos, sino de una estrategia planificada para sembrar miedo y polarización social.
Mientras el líder detenido, C.L.F., de 29 años, insiste en que actuó “en solitario”, los vídeos, mensajes y fotografías lo desmienten. En los mensajes donde llamaba a la “cacería” de migrantes, usaba la primera persona del plural: “Nosotros tenemos gran presencia en Barcelona y nos movilizaremos”. En las imágenes de las protestas, aparecen varias personas tras las pancartas de ‘Deport Them Now’, y en una de ellas, junto a un concejal de Vox en Mataró, José Casado, durante una concentración racista convocada por el propio partido.
“Esto no es Marruecos, esto es Mataró” fue el grito que cerró aquella jornada.
EL ODIO SE ORGANIZA, EL ESTADO MIRA A OTRO LADO
El informe pericial que ordena la Fiscalía deberá determinar si la actividad del grupo provocó un “incremento de ataques a lugares de culto musulmanes” en Catalunya. No sería la primera vez: ya se han denunciado pintadas islamófobas, agresiones a menores de origen marroquí y campañas de acoso digital contra asociaciones migrantes.
Los delitos que pesan sobre el líder de ‘Deport Them Now’ son graves: incitación al odio, tenencia ilícita de armas y asociación ilícita. Sin embargo, la Audiencia de Barcelona advirtió que para confirmar este último delito es necesario probar la existencia de una estructura colectiva, algo que la Fiscalía ahora pretende demostrar.
La clave es política. Porque detrás del ruido de las redes y las pancartas, hay una ultraderecha que opera coordinada con formaciones legalizadas y con apoyo mediático. ‘Deport Them Now’ se presenta como “vecinal”, pero comparte estética, lenguaje y consignas con plataformas ultranacionalistas vinculadas a Vox y a organizaciones internacionales de extrema derecha.
Los Comuns lo tienen claro: “Hay que romper el circuito de impunidad del odio”. Su objetivo no es solo identificar a los autores materiales, sino también las redes de financiación y apoyo logístico que permitieron que un grupo neonazi pudiera organizarse y actuar impunemente durante meses.
Mientras tanto, Vox sigue presentándose como una fuerza “patriótica” que “defiende la seguridad ciudadana”, aunque comparte manifestaciones, mensajes y calles con quienes piden deportaciones masivas y blanquean la violencia racial.
El silencio institucional es una forma de complicidad. En un país donde se persigue a antifascistas por cortar carreteras, pero se tolera que grupos neonazis patrullen barrios inmigrantes, la balanza de la justicia no se inclina: se tuerce.
El fascismo ya no se disfraza. Se presenta a elecciones, cobra del erario y aplaude a sus cachorros cuando salen a la calle.
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