25 Abr 2024
DESTACADA, POLÍTICA ESTATAL

«Yo nací en lo más alto y bajé al barro mundano»: La redes se mofan de Cayetano Martínez de Irujo 

Su comentario no ha sido bien recibido por una parte de la opinión pública que le ha tachado de “sinvergüenza”

Cayetano Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, heredó tras la muerte de su madre, la duquesa de Alba, unos 55,5 millones de euros de la parte legítima, el palacio de Arbaizenea en San Sebastián, de 480 metros cuadrados y 14.000 hectáreas de terreno y el cortijo Las Arroyuelas, con 1.480 hectáreas.

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La duquesa de Alba era considerada en aquel entonces, según la revista Forbes, la mujer más rica del país sólo por detrás de Ana Botín. Su patrimonio, valorado en 2.800 millones de euros, se encontraba dividido en una veintena de palacios y castillos por todo el país y 34.000 hectáreas en terrenos.

Además, se estima que su patrimonio personal podría estar valorado en unos 1.000 millones de euros, de los que cada uno de sus seis hijos heredaría unos 55,5 millones de euros solamente de la parte legítima.

A pesar del patrimonio de Cayetano Martínez de Irujo, él siempre se ha empeñado en hablar a los medios convencionales de sí mismo como si se tratara de una persona obrera. En una entrevista que le realizaron el año pasado señalaba que él no estaba en el lado de los poderosos, que tenía una explotación agrícola mediana y que quería vivir del campo. «Yo soy un agricultor más”, afirmaba.

En redes sociales han aparecido cientos de mensajes haciendo mofa sobre el personaje:

Cayetano se empeña en hablar de sí mismo como si se fuese una persona obrera

Este jueves, el hijo de la fallecida duquesa de Alba escribía en El Mundo una columna titulada «El campo agoniza» en la que hizo un profundo análisis de la complicada situación que atraviesa el sector agrícola en España, que, según dice, desborda «los límites de la subsistencia». Además, en relación a la manifestación del mundo rural del pasado domingo en Madrid ha señalado que fue «fruto de la desesperación».

«Les aseguro que yo nací en lo más alto, que bajé al barro mundano y por mi propio esfuerzo, sacrificio y trabajo volví a subir a lo largo de mi vida adonde estoy hoy en día», aseguraba Cayetano, un comentario que no ha sido bien recibido por una parte de la opinión pública que le ha tachado de “sinvergüenza”.

En cuanto a las causas de la situación actual del sector agrícola ha señalado varias causas: el precio del carburante; los abonos; los productos fitosanitarios; los piensos para animales; la importación de productos de terceros países, como naranjas, frutas, almendras… con competencia desleal consentida; los precios fijados por las grandes distribuidoras y grandes almacenes y los intermediadores.

Para paliar los problemas actuales, el duque expone tres medidas urgentes: devolver los precios a la normalidad, equilibrar la cadena alimentaria de forma que todo el mundo gane en su justa medida y no se manipulen los precios y que el Gobierno compense económicamente esta situación de forma temporal, hasta que se vaya resolviendo por partes.

El altavoz de los medios para Cayetano

En Espejo Público, el programa presentado por Susanna Griso, aparecían durante la pandemia, a modo de expertos analizadores de la crisis del coronavirus el torero Fran Rivera y aristócrata Cayetano Martínez de Irujo. Dos tertulianos fichados por quienes son para un tema que necesita acabar con bulos y mentiras para tranquilizar a la gente.

«Los gobiernos no están preparados para lo que se viene encima, yo creo que es todo mucho más serio de lo que parece», afirmaba el torero, a lo que ha añadido que está «muy preocupado».

Cayetano Martínez de Irujo se manifestaba en términos parecidos, apreciando que el virus «se está expandiendo a unos niveles que no eran esperados». Un comentario digno de cualquier «cuñado» que acaba de ver el telediario.

Este tipo de programas que priorizan absolutamente la audiencia que se recoge en torno a polémicas y opinadores de nada que opinan de todo, son un cáncer para la digna profesión periodística.

Como ciudadanos debemos dignificar la información que se nos brinda, aupando a quienes nos informan de verdad y defenestrando a quienes quieren desinformarnos sobre lo que consideren pertinente para tenernos pegados a la pantalla.