El mensaje de la Vox, cada vez más radical, puede significar su caída como ha sucedido con otros movimientos de ultraderecha como el de Matteo Salvini o Donald Trump
Según el último sondeo de SigmaDos para Antena 3 Noticias, el PSOE seguiría siendo el partido más votado de España y conseguiría el 28,5% de votos los cuales se traducirían en 121 escaños, por lo que subiría uno con respecto a las anteriores elecciones. El PP también crecería en caso de celebrarse a día de hoy elecciones generales, obteniendo el 25,5% de los votos y 104 escaños, 15 diputados más de los actuales.
Este crecimiento del PP se traduce en una pérdida sensible de votantes para el partido de extrema derecha Vox, que parece estar pagando su radicalidad en temas como los migrantes o la igualdad económica. Se mantendría como tercera fuerza, pero bajaría 1,7 puntos porcentuales hasta el 13,4% de los votos.
Razones de una caída
Nacido entre algunos de los críticos socialconservadores de Rajoy en el seno del PP tras la crisis económica, en su manifiesto fundacional de 2014, Vox abogaba por la defensa de la unidad de la nación española, la recuperación de protagonismo internacional, la regeneración de la política, la abolición de las autonomías, el establecimiento de un poder judicial independiente y la promoción de la «cultura de la vida y la familia».
Su planteamiento, ya ultraconservador, se radicalizó desde que tuvieron contactos en 2017 con Steve Bannon, el gurú de extrema derecha que llevó a Trump al poder. A partir de ese momento, el partido de extrema derecha se subió a una ola de populismo que los llevó a ser acusación particular en el procedimiento judicial del procés, a causar un enorme revuelo con la polémica en torno a la exhumación del cadáver del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos e introducir el miedo al migrante en el debate político. La recomposición interna del PP y la dinámica de outbidding en la derecha española entre PP y Cs terminaron aupando al partido ultra.
Vox incluyó entre su mensaje populista elementos identificados como antifeministas e islamófobos, haciendo también hincapié en la reivindicación de valores tradicionales como la caza y la tauromaquia, en el nacionalismo centralista, el rechazo al aborto y en propuestas económicas de signo liberal tales como la reducción de impuestos y la disminución de la burocracia. Su discurso trae todos y cada uno de los elementos ideológicos que caracterizan a un partido de extrema derecha: nacionalismo, reacción al cambio cultural, nativismo y autoritarismo; así, sus propuestas en contra de la inmigración, por la seguridad o la ilegalización de partidos o ONG.
El partido de extrema derecha Vox mostró su apoyó al parcialmente reconocido presidente encargado de Venezuela, el socialdemócrata Juan Guaidó(que fue incluso visitado por Abascal e Iván Espinosa de los Monteros durante su estadía en Madrid), reconoció a la ultraconservadora Jeanine Áñez como presidenta de Bolivia durante su asalto al poder.
Su logro tras estas acciones fue convertirse en tercera fuerza: el 28 de abril de 2019, Vox logró el 10,26 % de los votos en las elecciones generales celebradas ese mismo día, y entró por primera vez en el congreso con 24 diputados.
Trump, Salvini, Abascal…
Sin embargo, los populismos de extrema derecha tienen las patas cortas. El ejemplo más cercano lo tenemos en Donald Trump, hasta hace pocos días, presidente de los Estados Unidos. Siempre polémico, siempre populista, consiguió ser, según las encuestas de aprobación presidenciales tomadas durante los primeros diez meses del mandato, el presidente estadounidense menos popular en la historia de las encuestas de opinión modernas.
Como presidente, Trump frecuentemente ha hecho declaraciones falsas en discursos y comentarios públicos. Trump pronunció “al menos un reclamo falso o engañoso por día en 91 de sus primeros 99 días” en el cargo según The New York Times y 1318 en total en sus primeros 263 días en el cargo de acuerdo con la columna de análisis político “Fact Checker” de The Washington Post.
Arrastró polémicas con repercusión nacional e internacional, desde la política de cero tolerancia y separación familiar en la frontera con México, pasando por declaraciones sobre que la vacunación está relacionada con el desarrollo del autismo, su “simplemente comienza a besarlas… yo ni siquiera espero” y “las agarro por el coño“, hasta su apoyo a Israel a pesar del genocidio del pueblo palestino.
Estas polémicas y populismos han derivado en que el candidato demócrata Joe Biden fuese anunciado como el ganador de las elecciones presidenciales con un 51.38 % del total de votos, siendo el primer candidato en 28 años en derrotar a un presidente en el cargo que buscaba la reelección desde que el Demócrata Bill Clinton derrotara al Republicano George H. W. Bush en las elecciones presidenciales de 1992.
Por su parte, Matteo Salvini, líder del partido político Liga desde diciembre de 2013 y de Nosotros con Salvini (en italiano, Noi Con Salvini) desde diciembre de 2014, llegó a ser Ministro del Interior de Italia pese a sus posturas antiglobalización, nativistas y proteccionistas.
Antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, Salvini comenzó a cooperar con populistas de ultraderecha como Marine Le Pen, líder del francés Frente Nacional, y Geert Wilders, líder del holandés Partido por la Libertad. Salvini triunfó, ya que obtuvo el 6,2% de los votos y 5 diputados en base a un mensaje euroescéptico y común con la extrema derecha a la que se arrimó.
El 21 de diciembre de 2017, tras haber sido asesorado por en omnipresente Steve Bannon, Salvini presentó el nuevo logotipo electoral de Lega Nord para las elecciones generales de 2018 y a partir de ahí, tocó techo tras ser nombrado Ministro de Interior de Italia.
Desde su atalaya, realizó declaraciones polémicas respecto a la población inmigrante y la comunidad gitana. En agosto de 2019 inició una gira por las playas italianas, posando para las redes sociales en bañador, mojito en mano y pinchando música como DJ. Durante el transcurso de dicho tour, Salvini indujo una crisis de gobierno, anunciando el día 8 la ruptura de la coalición con el Movimiento 5 Estrellas, requiriendo la convocatoria de elecciones anticipadas en Italia para disponer de una mayoría de gobierno. Afirmó que «no había nacido para calentar una silla de ministro» y solicitó a los italianos que le otorgaran «plenos poderes».
Presentada una moción de censura por la Liga dirigida contra el presidente del Consejo Giuseppe Conte, este último presentó su dimisión ante el presidente de la República Sergio Mattarella, tras una intervención en el Senado el 20 de agosto en la que declaró que Salvini «había desencadenado la crisis política únicamente para servir a sus intereses personales», anunciando que «este gobierno termina aquí». Fin de Salvini.
¿Qué le espera a Abascal? Pues viendo los ejemplos que situamos en el artículo, nada bueno. Los populismos tienen las patas cortas y la posverdad, aun siendo ahora mismo caldo de cultivo ultranacionalista, tiene que rematar en caída al vacío. Lo señala perfectamente el profesor Mario García de Castro, que nos dice donde tenemos que actuar y fijarnos: “Ya no cabe la distinción entre verdad y mentira porque todo acaba siendo opinable. El resultado no es solo la banalización de la realidad sino el involucionismo o el regreso de la propaganda frente a la información de los hechos. La intoxicación de la realidad como norma“.
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