Rubén Sánchez
La última noticia que ha llevado a Pablo Motos a acaparar titulares no ha sido superar en audiencia a David Broncano. No, su último éxito ha sido otro. Seguro que ha llegado con bronca, pero sin Broncano. Más bien habrá sido una bronca con su cadena. Se trata de una multa de casi 350.000 euros que ha tenido que pagar Atresmedia porque el polifacético empresario, showman y analista político de extremo centro decidió hacer publicidad encubierta de una bebida alcohólica de alta graduación durante uno de sus programas.
Fue en junio del año pasado. Durante la visita de Maluma a El Hormiguero, el cantante y el presentador se dedicaron a promocionar un mezcal de una marca propiedad del colombiano. Se ve que Motos tenía claro que lo que hacía podía provocarle problemas, porque tras un rato de promo, dijo que iba a darle la vuelta a la botella para que dejara de verse la etiqueta porque le iban a «reñir».
Pero incluso si la marca no se hubiera mencionado en ningún momento, la multa podría haberle caído igualmente a la cadena. Entre otras cosas porque la ley no solo prohíbe la publicidad encubierta, sino también la promoción de bebidas alcohólicas con más de 20º en televisión fuera del horario de madrugada.
Pero a Motos le dio igual incurrir en una práctica prohibida. Aunque parte de su audiencia fueran niños y adolescentes. Como también le dio igual publicitar desde su Instagram un tratamiento milagroso «contra el envejecimiento» y el «estrés crónico». Aunque con eso, tanto él como la clínica de Alicante que anunció se han librado de la multa. Y no porque no incumpliesen la ley, sino porque la empresa retiró la publicidad y eso le ha parecido suficiente a la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana.
En ambos casos fue FACUA quien presentó las denuncias. Aunque hace mucho que los programas de televisión dejaron de estar absolutamente saturados de publicidad encubierta, hoy seguimos encontrando casos. Y muchos más encontramos en las redes sociales, donde todo tipo de influencers se forran a base de anunciar productos y servicios que en muchas ocasiones representan un auténtico fraude o incluso un grave riesgo para la salud.
Es necesario que las administraciones se tomen en serio el control sobre este tipo de prácticas. En breve el Ministerio de Consumo anunciará el resultado final de sus investigaciones sobre la publicidad encubierta realizada por muchos famosos en las redes sociales. Esperemos que el anuncio consista en multas contundentes. Y esperemos que otras administraciones hagan también su trabajo al respecto en lugar de mirar hacia otro lado o ir por la vida de perdonamultas, como por algún extraño motivo ha hecho la autoridad sanitaria valenciana con la moto que intentó vendernos Motos para hacernos creer en maquinitas milagrosas para luchar contra el envejecimiento. Luchemos mejor contra los abusos y contra los que se forran como vendehúmos.
Soy Rubén Sánchez y en ocasiones veo fraudes.
—
Editorial del episodio 52 del pódcast En Ocasiones Veo Fraudes
Related posts
SÍGUENOS
Las horas más bajas de Ursula
Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
Vox y la violencia que nunca quiere ver
El alcalde de Villacastín, detenido por agredir a su mujer en plena romería Otra vez Vox. Otra vez la violencia que su discurso niega mientras se enquista en sus filas. Julio César Sánchez, alcalde del partido ultra en Villacastín (Segovia), fue detenido por la Guardia…
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.
Vídeo | El negocio de matar
Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.