ETA ya no es el problema. El problema es un Partido Popular que se niega a evolucionar, a aceptar su responsabilidad y a ofrecer soluciones reales a los problemas del presente.
El Partido Popular vuelve a agitar el fantasma de ETA, como si de una cortina de humo se tratara, para desviar la atención de su incapacidad política. En un contexto donde los problemas internos y las críticas por su falta de rumbo se acumulan, la estrategia es clara: recurrir a viejos miedos. ¿Hasta cuándo seguirán usando a ETA para evitar asumir responsabilidades?
ETA COMO ARMA POLÍTICA: UNA ESTRATEGIA MANIDA
Es evidente que el Partido Popular no aprende de sus errores. Ante la controversia sobre la reciente reforma legal que reduce las penas a 44 presos etarras, la respuesta ha sido la misma de siempre: evadir responsabilidades y culpar a otros. El PP aprobó «por error» una ley que ahora intenta condenar públicamente. Esta reforma, que afectará a condenados de ETA, no es más que una muestra de la desconexión entre sus palabras y sus acciones. Si realmente estuvieran comprometidos con la memoria de las víctimas, ¿cómo es posible que hayan dejado pasar este «error»?
Lo que el PP no quiere admitir es que este tipo de errores no son casualidades, sino el reflejo de su inoperancia. En lugar de asumir la responsabilidad, señalan al Gobierno de coalición, argumentando que no pudieron evitar la reforma. ¿Qué clase de partido no es capaz de controlar lo que votan sus propios representantes en el Congreso? La respuesta está clara: uno que no sabe lo que hace o, peor aún, que prefiere el caos político para beneficiarse del miedo y la confusión.
Los populares, a pesar de sus errores, no han tomado ninguna medida disciplinaria contra los y las responsables. Y mientras se excusan, la dirección del partido continúa repitiendo el mismo mantra de siempre: la culpa es del Gobierno. Esta estrategia de agitar el pasado para distraer del presente es no solo agotadora, sino profundamente irresponsable. La ciudadanía merece algo mejor que un partido que recurre a un terrorismo ya derrotado para ocultar su incompetencia.
EL JUEGO PELIGROSO DE RESUCITAR FANTASMAS
ETA fue derrotada, y su sombra ya no debería ser utilizada como arma política. Sin embargo, una vez más, el PP ha decidido invocar ese espectro para desviar la atención de los problemas reales. La utilización constante de ETA por parte de la derecha española demuestra una falta de ideas y soluciones para los desafíos actuales. Es más fácil apelar al miedo que asumir responsabilidades, y el Partido Popular parece estar encantado de perpetuar este ciclo.
Lo que resulta alarmante es que esta narrativa no solo busca manipular el discurso político, sino que también deslegitima los avances que se han conseguido en la lucha contra el terrorismo. Fuerzas de seguridad, jueces y fiscales, enfermeras y enfermeros, trabajaron durante décadas para acabar con la violencia de ETA. ¿Dónde queda el respeto hacia esas personas cuando se utilizan las víctimas y el sufrimiento para ganar puntos políticos? La estrategia del PP es una bofetada en la cara de quienes lucharon de verdad contra el terrorismo.
Y no es solo una cuestión de moralidad. El peligro de seguir jugando con los miedos del pasado es que se erosiona la confianza de la ciudadanía en la política y en las instituciones. Si cada vez que un partido enfrenta una crisis interna recurre a fantasmas del pasado para distraer la atención, ¿cómo se puede construir un debate democrático serio sobre los problemas que afectan al país hoy? La precariedad laboral, la crisis climática o la falta de vivienda no se solucionarán agitando la bandera de ETA.
La manipulación del dolor ajeno y la invocación constante de ETA no solo es un insulto a las víctimas, sino también una táctica que busca dividir a la sociedad. Cuando el PP afirma que «ETA está más fuerte que nunca», lo único que logra es avivar un odio que ya no tiene razón de ser. La realidad es que ETA ha sido derrotada, pero el PP prefiere mantener su recuerdo vivo para evitar hablar de los problemas actuales.
LA NECESIDAD DE UNA POLÍTICA HONESTA
En lugar de recurrir a estrategias de miedo, el Partido Popular debería enfocarse en ofrecer soluciones reales a los problemas que enfrenta la ciudadanía. No se puede construir un futuro mejor si seguimos anclados en un pasado que ya fue superado. España necesita partidos que miren hacia adelante, que enfrenten los desafíos actuales con honestidad y responsabilidad, no con manipulaciones y mentiras.
Es hora de que la clase política, en su totalidad, deje de utilizar ETA como herramienta para sus juegos de poder. El terrorismo fue derrotado, y ahora el verdadero enemigo es la falta de voluntad política para construir un futuro más justo y equitativo. Si el PP sigue por este camino, lo único que conseguirá es erosionar aún más su credibilidad y aumentar el desencanto de la ciudadanía con la política.
ETA ya no es el problema. El problema es un Partido Popular que se niega a evolucionar, a aceptar su responsabilidad y a ofrecer soluciones reales a los problemas del presente.
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