Un crimen sin resolver convertido en combustible para la polarización
EL FBI BUSCA SOSPECHOSO, TRUMP YA TIENE CULPABLES
El 10 de septiembre de 2025, Charlie Kirk, de 31 años, agitador ultra, fundador de Turning Point USA y rostro habitual del trumpismo más descarnado, fue asesinado a tiros en plena conferencia en la Utah Valley University. La escena fue inmediata: disparos desde una azotea, huida del tirador y un país sumido en shock mediático.
El FBI asegura tener “buenas imágenes de video” del sospechoso, huellas de calzado, palma y antebrazo, así como un rifle de alta potencia recuperado en una zona boscosa. Según fuentes de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), la munición hallada junto al arma contenía supuestas inscripciones con mensajes de corte antifascista y referencias trans. Pero un alto mando policial ha advertido que esos informes preliminares no han sido verificados, y que en un proceso acelerado como este es común que circule información “confusa e imprecisa”.
We are asking for the public's help identifying this person of interest in connection with the fatal shooting of Charlie Kirk at Utah Valley University.
— FBI Salt Lake City (@FBISaltLakeCity) September 11, 2025
1-800-CALL-FBI
Digital media tips: https://t.co/K7maX81TjJ pic.twitter.com/ALuVkTXuDc
El comisionado del Departamento de Seguridad Pública de Utah, Beau Mason, fue claro: “Se investigan todas las pistas”. Se han recibido más de 130 avisos y se ha rastreado al sospechoso desde su llegada al campus hasta su huida por los barrios cercanos. Aun así, la narrativa oficial aún no tiene certezas. Ni identidad confirmada, ni rostro difundido, ni motivación probada.
Eso no ha impedido que la maquinaria política ya opere a toda velocidad. El cadáver de Kirk apenas estaba caliente cuando Donald Trump ya tenía su relato escrito.
EL CADÁVER COMO BANDERA: DE LA BALÍSTICA A LA PROPAGANDA
Trump no esperó a que hablasen los peritos, ni a que se confirmara una identidad, ni a que el FBI cerrara el círculo de la investigación. Aprovechó la ceremonia del aniversario del 11-S en el Pentágono para lanzar su versión: la “izquierda radical” es la responsable. Sin pruebas, sin matices, sin frenos.
Al mismo tiempo, anunció que concederá a Kirk la Medalla Presidencial de la Libertad a título póstumo, el máximo reconocimiento civil de Estados Unidos. Un galardón reservado en otros tiempos a Martin Luther King o Rosa Parks convertido en condecoración de un agitador que hizo carrera negando el fraude electoral de Trump en 2020, defendiendo la cultura de las armas y atacando los derechos de las personas migrantes y LGTBI.
El gesto es evidente: canonizar a Kirk como mártir del trumpismo. No importa que su trayectoria haya estado dedicada a propagar odio, teorías conspirativas y discursos de exclusión. La operación política lo convierte en héroe caído por la patria, en víctima de un supuesto enemigo interno al que hay que extirpar.
Trump construye así una narrativa de asedio. El asesinato deja de ser la consecuencia de un país con más armas que personas para convertirse en la prueba definitiva de una guerra cultural. Los medios MAGA ya repiten el estribillo: Kirk no murió por la violencia armada que él mismo defendía, murió porque los demócratas, progresistas y críticos lo habrían señalado como enemigo.
La ecuación es clara: la violencia armada nunca es culpa de las armas, siempre es culpa del adversario ideológico.
EL PRECIO DEL FANATISMO Y LA EXPLOTACIÓN DEL DOLOR
Lo que se juega aquí no es solo el hallazgo de un sospechoso, sino la colonización del relato. La derecha radical necesita mártires como necesita enemigos. Convertir un asesinato en mito fortalece a su base electoral y refuerza el culto a las armas bajo la excusa de la autodefensa.
Mientras el FBI pide prudencia, Trump ofrece espectáculo. Mientras los investigadores analizan huellas, él fabrica titulares. Mientras la policía reconoce que los informes de munición podrían estar malinterpretados, el presidente los transforma en una acusación directa contra toda la izquierda.
Es la instrumentalización obscena del dolor. Una ceremonia en memoria de las víctimas del 11-S se transforma en tribuna electoral. El anuncio de una medalla se convierte en mitin. La tragedia individual de un hombre se aprovecha para justificar más polarización, más odio, más división.
El discurso es perverso: “Kirk fue asesinado por quienes odian la libertad”. Y en esa ecuación, la libertad equivale a armas sin control, a fronteras blindadas y a la represión de cualquier disidencia.
No se trata de justicia, sino de propaganda. No se trata de esclarecer un crimen, sino de explotarlo. No se trata de seguridad, sino de poder.
El asesinato de Charlie Kirk revela una verdad incómoda: en Estados Unidos, la muerte es un capital político.
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El cagon o cagona que escribio esto, que ni se anima a firmar la nota, es un irrespetuoso. Estoy seguro que si Charlie era negro tu estabas culpando a la derecha o a todos los blancos como hicieron con George Floyd. Das Asco en tu editorial.
rdicula tu posicion , como el presidente va acusar a grupos de izquierda con el cadaver todavia caliente y ninguna investigacion ni siquiera preliminar , Trump tiene antecendes de mentiroso mao intencionado subordinado al sionismo criminal por «apoyos economicos» que no son las que sobornos pintados de legalidad.
la palabra de Trump vale menos que mojon de perro
Este tipo a sido asesinado por los que controlan el poder politico y economico en EEUU , desde Kennedy usan a la CIA como agencia de sicariato.