Organizaciones de prensa, Naciones Unidas y periodistas denuncian la impunidad de Israel tras el ataque al hospital Nasser.
LA CONDENA INTERNACIONAL SE INTENSIFICA
La reacción ha sido inmediata y furiosa. El doble bombardeo al hospital Nasser en Khan Younis, que el 25 de agosto costó la vida a al menos veinte personas —incluidos y incluidas periodistas y sanitarios—, ha encendido las alarmas en todo el mundo. No se habla ya del ataque en sí, sino de lo que representa: el intento deliberado de Israel de borrar los últimos ojos y voces que documentan el genocidio en Gaza.
Reporteros Sin Fronteras fue tajante. Su director general, Thibaut Bruttin, acusó a las fuerzas israelíes de “intentar eliminar la información que sale de Gaza” y exigió al Consejo de Seguridad de la ONU una reunión de urgencia. Más de 200 periodistas palestinos han sido asesinados en dos años, una estadística que rompe todos los precedentes históricos.
La ONU, a través de UNRWA, denunció que con cada reportero silenciado se oculta también el hambre de niñas y niños en Gaza. “Se están callando las voces que informan de muertes por inanición en un contexto de hambruna fabricada”, declaró la agencia. Y lanzó un mensaje inequívoco: no se trata de un futuro distópico, es la realidad de hoy.
El Comité para la Protección de los Periodistas, representado por Sara Qudah, fue igual de duro: “El asesinato retransmitido de periodistas continúa mientras el mundo observa y no actúa. Estamos ante el ataque más brutal a la prensa en la historia reciente”.
LOS PERIODISTAS RESPONDEN
Las palabras más duras llegaron de colegas del oficio.
Eman Abdelhadi reaccionó con rabia: “¿De verdad? El objetivo era ese. El hospital. Las y los periodistas. Esta es un ejército que presume de precisión quirúrgica y que asesina en los hogares. Su objetivo era claro. Sois mercaderes del genocidio”.
La periodista Olga Rodríguez puso nombre y rostro a quienes murieron trabajando: Hossam al-Masri (Reuters), Mohammed Salama (Al Jazeera), Mariam Abu Daqa (freelance) y Moaz Abu Taha (NBC). Recordó además que el segundo ataque se produjo cuando ya habían llegado rescatistas y cámaras.
Owen Jones, columnista británico, desmanteló la versión oficial israelí: “Se supone que debemos creer que Israel, con uno de los ejércitos más avanzados del mundo, bombardeó un hospital dos veces por accidente. Tal vez arrasar Gaza también sea un ‘trágico percance’”.
Youssef M. Ouled, periodista especializado en derechos humanos, denunció la complicidad europea: “Atacaron el último hospital en pie, esperaron a que llegaran rescatistas y periodistas, y lanzaron un segundo ataque para acabar con todos. Recordad que la UE ha impuesto 20 paquetes de sanciones a Rusia, mientras participa en este genocidio de Israel”.
Lo que une todas estas voces es la certeza de que no se trata de un error, sino de un crimen planificado. El periodismo se está asesinando en directo y el silencio cómplice de los gobiernos lo convierte en norma.
Related posts
SÍGUENOS
Las horas más bajas de Ursula
Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
Vox y la violencia que nunca quiere ver
El alcalde de Villacastín, detenido por agredir a su mujer en plena romería Otra vez Vox. Otra vez la violencia que su discurso niega mientras se enquista en sus filas. Julio César Sánchez, alcalde del partido ultra en Villacastín (Segovia), fue detenido por la Guardia…
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Vídeo | Marina Lobo: Madrid paró La Vuelta y tumbó el blanqueo de Israel
Marina Lobo lo dijo sin rodeos: lo que pasó ayer en Madrid fue histórico. Mientras el mundo miraba para otro lado, la última etapa de La Vuelta a España se detuvo en seco por las protestas masivas contra el genocidio en Gaza. Una marea ciudadana…
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.