El negacionismo ha logrado su primer gran triunfo dentro del corazón institucional de la Unión Europea
LA AMBICIÓN CLIMÁTICA DE EUROPA SE RINDE ANTE LA PRESIÓN DE LOS RETARDISTAS
La Unión Europea ha oficializado su renuncia parcial a liderar la lucha global contra el cambio climático. A cinco días del inicio de la COP30 en Brasil, y tras 20 horas de negociación agónica en Bruselas, los 27 estados miembro aprobaron el 6 de noviembre de 2025 un objetivo climático raquítico: una reducción del 90% de las emisiones para 2040 que, gracias a la puerta trasera de los créditos de carbono, podría quedarse en un 80%. Todo esto mientras el planeta se encamina hacia un calentamiento superior a los 2,5 ºC.
La ultraderecha europea, de la negación climática al sabotaje institucional, ya no es marginal: condiciona, bloquea y redacta políticas.
El texto final desoye de forma explícita las recomendaciones científicas del Panel de Expertos de la UE, que proponía una reducción de entre el 90% y el 95% sin recurrir a mecanismos de compensación externa. Pero la “ambición” ha sido sacrificada para contentar a gobiernos como el de Italia, que impuso como línea roja el uso de créditos internacionales: pagar a terceros países para que reduzcan emisiones y así descontarse ese CO₂ en casa.
El coordinador de cambio climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, lo resume sin ambages: “En vez de escuchar la ciencia, se han creído los falsos mitos económicos que aseguran que la transición ecológica no es competitiva”. Lo que se ha aprobado no es un plan climático, es una rendición preventiva a los lobbies fósiles y sus aliados parlamentarios.
Una de las concesiones más graves es la cláusula que permite revisar los objetivos cada dos años si se demuestra que “provocan daños económicos”. Esto abre una grieta inmensa por la que los intereses empresariales podrán erosionar el ya debilitado marco europeo. Y es difícil no conectar esta concesión con la declaración insertada por la Administración Trump en el informe de la ONU 24 horas antes: “Ningún acuerdo climático debe suponer una carga injusta para Estados Unidos”. Es el mismo lenguaje, la misma estrategia, el mismo desmantelamiento.
LA VICTORIA POLÍTICA DEL NEGACIONISMO Y LA CORRUPCIÓN DE LOS OBJETIVOS
Lo que está ocurriendo en Europa no es un desliz técnico, es un giro político. La descomposición del liderazgo climático europeo es consecuencia directa del crecimiento electoral de fuerzas negacionistas como Vox, Fratelli d’Italia o Fidesz. Y ante ellas, la derecha conservadora clásica ha elegido no confrontar, sino mimetizarse. El resultado: la política climática europea se modera, se atrasa, se vacía.
La arquitectura del Acuerdo de París ya cruje bajo el peso de estas traiciones.
Mar Asunción, responsable de clima en WWF, advierte de que el acuerdo contiene concesiones que diluyen el compromiso histórico de la UE: “Aunque se va con un plan a la COP30, la ambición no es suficiente para mantener el liderazgo que Europa ha tenido hasta ahora”. Añade que incluso los propios países firmantes saben que con estos niveles de emisiones se rebasará el límite de 1,5 ºC que marca el punto de no retorno climático.
Y no es solo un problema de temperatura. Es un problema de legitimidad, de credibilidad, de justicia global. El uso de créditos de carbono internacionales permite a Europa seguir contaminando mientras externaliza sus responsabilidades a países del Sur Global, muchos de ellos históricamente saqueados, endeudados y ahora instrumentalizados como compensadores del desastre que no provocaron.
Estamos ante una forma sofisticada de colonialismo verde: pagar para contaminar, pero que contamine otro.
Desde el ámbito científico, las alarmas son claras. El propio panel asesor europeo había advertido de que estos mecanismos de compensación arrastran “riesgos significativos”, tanto ecológicos como éticos. Y pese a ello, han sido el eje central para lograr un acuerdo que, de haberse limitado al recorte real dentro de las fronteras europeas, no habría prosperado.
Lo que esta cumbre europea muestra es que el negacionismo ya no necesita tumbar acuerdos: le basta con infiltrarlos, erosionarlos, pervertir su contenido y presentarlos como avances. De ahí que la arquitecta del Acuerdo de París, Laurence Tubiana, se atreva a calificar este NDC como “una gran victoria”. Si lo es, es solo para quienes llevan años queriendo convertir la acción climática en un simulacro.
Uno de los grandes esfuerzos de los retardistas ha sido borrar el componente científico de las decisiones políticas. Y lo están consiguiendo.
Europa no llega a la COP30 con las manos vacías. Llega con las manos sucias.
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