El Gobierno de Sánchez acaba de gastarse 2 millones de euros en 20.000 porras extensibles de acero.
La Dirección General de la Policía ha empezado a distribuir entre sus agentes los nuevos “bastones policiales extensibles” de acero que sustituirán a las tradicionales porras que portan actualmente.. El Ministerio del Interior ha invertido 2 millones de euros en adquirir 25.539 de estas nuevas armas, destinadas principalmente a los antidisturbios.
La Dirección General de Policía elaboró un protocolo específico sobre su uso en el que se especifica que, en caso de emplearse contra los ciudadanos, el agente deberá evitar hacerlo con movimientos verticales “de arriba hacia abajo”, sin golpear “bajo ningún concepto” en cabeza, cuello o columna vertebral. Algo que recuerda cómo hicieron uso los agentes de las funestas balas de foam (pelotas de goma), que a pesar de que el protocolo indicaba que había que disparar contra el suelo para reducir el impacto, varios son los casos de pérdidas oculares tras disparos directos.
Las nuevas porras policiales constan de una estructura principal fabricada “con acero o aleación de máxima calidad” que pasa de los 26 centímetros cuando está plegada a más de medio metro en toda su extensión y su peso no supera los 610 gramos.
“Se trata de un elemento de fácil portabilidad que va siempre con el policía, discreto dado su reducido tamaño, con un efecto psicológico disuasorio por su efecto ruidoso al desplegarse y válida como instrumento de rescate al contar con la dureza para ser utilizada como palanca”, destacaban en el informe de las porras filtrado y analizado en El País.
En estos documentos se justificaba la compra en que “evita el uso de medios más lesivos, consiguiendo una mayor operatividad y efectividad en la realización de los diferentes servicios”.
Se incide en que las nuevas defensas tienen la consideración de arma de uso exclusivamente policial, según recoge el artículo 5 del Reglamento de Armas, y que, por tanto, deberá ser asignada cada agente “de forma individual, restringida y temporal” y “pasar revista en el mismo tiempo y forma que la pistola reglamentaria”. Además, el policía al que se le asigne una deberá devolverlo “cuando se produzca un cambio de la función” al ser destinado a otro servicio.
El protocolo añade que estas defensas solo se utilizarán para “reducir, inmovilizar o detener” a personas que muestren “una resistencia activa que ponga en riesgo a los agentes o terceras personas”, que pueden actuar de manera violenta o lo hayan hecho, que amenacen con un arma blanca u otro objeto peligroso o estén a punto de poner en riesgo su vida.
Los efectos de las porras extensibles de acero
Sin embargo, tal y como indicamos, el protocolo es una cosa y el uso que vaya a darse en la calle otra. El ejemplo de las balas de foam es claro, aunque el reporte de abusos policiales también lo es y darles una porra extensible de acero solo empeorará estos casos.
El periodista Fonsi Loaiza ha querido dar más información que los medios tradicionales al respecto y ha publicado un vídeo en el que se puede ver los efectos de estas porras. Una imagen vale más que mil palabras.
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