Suecia, conocida por su política migratoria abierta en comparación con otros países de la UE, ha decidido cambiar de rumbo. A partir del 1 de noviembre, las y los inmigrantes que no alcancen un ingreso del 80% del salario mediano, equivalente a 3,345 dólares canadienses, no podrán obtener ni renovar sus permisos de trabajo. Esta medida, que duplica el requerimiento salarial anterior, ha sido bautizada como «Requisito de Mantenimiento Aumentado para Inmigrantes Laborales», y fue aprobada en 2022.
La justificación oficial para este cambio es «reducir la inmigración laboral poco cualificada». Detrás de esta declaración se esconde una realidad más compleja y preocupante: la creciente importancia que se le da al dinero y al estatus económico por encima de la contribución humana y social. Al establecer un umbral salarial, Suecia está enviando un mensaje claro: solo las personas que ganan lo suficiente son bienvenidas. Pero, ¿qué pasa con aquellos inmigrantes que, aunque no ganen grandes salarios, contribuyen de manera significativa a la sociedad sueca? ¿Qué pasa con aquellos que trabajan en sectores esenciales pero menos remunerados?
EL RIESGO DE UNA SOCIEDAD ESTRATIFICADA
La decisión de Suecia de vincular el derecho a vivir y trabajar en el país al salario que una persona gana es un reflejo de una tendencia global hacia el clasismo y la estratificación social basada en el ingreso. Esta política no solo excluye a aquellos que no cumplen con un cierto criterio salarial, sino que también perpetúa la idea de que el valor de una persona se mide por su capacidad económica.
Esta declaración podría aplicarse también a la situación en Suecia. Al ignorar las voces y las contribuciones de aquellos que no cumplen con un cierto umbral salarial, Suecia está pasando por alto una narrativa importante: la de las y los inmigrantes que, a pesar de no ganar grandes salarios, juegan un papel crucial en la sociedad.
EL DESAFÍO DE RECONCILIAR ECONOMÍA Y HUMANIDAD
La nueva política migratoria de Suecia plantea un desafío importante: ¿cómo reconciliar las necesidades económicas con los valores humanos? Si bien es comprensible que un país quiera proteger su economía y garantizar que las y los inmigrantes contribuyan de manera significativa, es esencial que estas políticas no se hagan a expensas de la dignidad y los derechos humanos. Las y los inmigrantes son mucho más que simples cifras salariales; son personas con sueños, aspiraciones y el deseo de contribuir a su nueva patria. Es fundamental que Suecia y otros países recuerden esto al formular políticas migratorias.
Related posts
ÚLTIMAS ENTRADAS
Los jueces no se tocan: anatomía de un tabú democrático en España
Una democracia a medias: cuando el poder que no se vota impone sus reglas
Tauromaquia y caza como educación emocional: el catecismo neoliberal de Moreno Bonilla
La barbarie travestida de cultura es la forma más perversa de dominación simbólica
La paradoja de la escasez en la era del despido masivo
El capital llora por falta de manos mientras corta cabezas
Maternidad o barbarie
La libertad de no ser madre no debería escandalizar a nadie en 2025. Y sin embargo…
Vídeo | Hasbara: blanqueando el genocidio
Mientras bombardea Gaza, el Estado israelí despliega una campaña global de imagen financiada con dinero público, desde los escenarios hasta los algoritmos