Borja Sémper, quien en su momento fue aclamado como un «moderado» dentro del Partido Popular, parece haber perdido su brújula moral y política. En tiempos donde la prudencia y la mesura son más necesarias que nunca, Sémper ha optado por una retórica incendiaria y desinformada, alejándose de la imagen de «moderado» que alguna vez proyectó.
Sus recientes declaraciones no solo son un reflejo de una falta de conocimiento profundo sobre el conflicto israelí-palestino, sino que también demuestran una intencionalidad maliciosa. Al vincular al Gobierno de Pedro Sánchez con el entorno de Hamás, Sémper no solo juega con fuego en el ámbito internacional, sino que también desdibuja y trivializa un conflicto que ha cobrado innumerables vidas y que requiere de un análisis cuidadoso y respetuoso.
Pero, ¿qué motiva a Sémper a lanzar tales acusaciones sin fundamento? ¿Es acaso un intento desesperado por ganar relevancia política o es un reflejo de la nueva dirección que el Partido Popular está tomando? Sea cual sea la razón, es evidente que Sémper ha decidido sacrificar la verdad y la integridad en el altar de la política partidista.
EL «MODERADO» QUE NO CONDENA
Mientras Sémper se apresura a condenar los ataques de Hamás contra Israel, su silencio ensordecedor respecto a los bombardeos del Ejército de Israel sobre la población civil de la franja de Gaza es revelador. ¿Dónde está su condena «solemne y rotunda» ante tales acciones? Parece que el «moderado» tiene una visión selectiva y sesgada de la justicia y la moralidad.
Este tipo de postura no solo demuestra una falta de equilibrio en su análisis, sino que también pone de manifiesto una peligrosa doble moral. Mientras condena vehementemente las acciones de un lado, opta por ignorar o minimizar las del otro, creando así una narrativa parcial y desequilibrada.
Las y los ciudadanos esperan de sus representantes políticos una postura equilibrada y justa, no declaraciones unilaterales que solo buscan polarizar aún más a la sociedad. Las y los políticos tienen la responsabilidad de informarse adecuadamente antes de hacer declaraciones públicas, especialmente cuando se trata de un tema tan delicado como el conflicto israelí-palestino.
Además, es fundamental recordar que la condena de las acciones violentas no debe ser selectiva. Si Sémper realmente se considera un «moderado», debería ser capaz de condenar la violencia, independientemente de quién la perpetre. Su falta de pronunciamiento sobre los bombardeos israelíes sobre Gaza no solo es preocupante, sino que también pone en duda su compromiso con la paz y la justicia.
EL TODO VALE DEL PP
Es evidente que al Partido Popular cualquier estrategia le parece válida con tal de atacar al Gobierno. No hay miramientos, no hay control, solo un afán desmedido de desacreditar a cualquier precio. Esta actitud no solo es irresponsable, sino que también es peligrosa. En su intento de ganar terreno político, el PP parece dispuesto a sacrificar la verdad, la ética y la moral.
Esta «estrategia» del todo vale no solo daña la imagen del Partido Popular, sino que también erosiona la confianza de las y los ciudadanos en las instituciones democráticas. Es preocupante que un partido con tanta trayectoria y responsabilidad en la historia democrática de España recurra a tácticas tan bajas. Las y los ciudadanos esperan y merecen más de sus representantes políticos. El juego sucio y las acusaciones infundadas no tienen cabida en una democracia madura y consolidada.
Es esencial que el Partido Popular reflexione sobre su dirección actual y reconsidere su enfoque. Las tácticas divisivas y la retórica incendiaria pueden ofrecer ganancias políticas a corto plazo, pero a largo plazo, dañan la cohesión social y la confianza en el sistema democrático.
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