El Supremo se convierte en escenario de una operación política que huele a ajuste de cuentas.
UN JUICIO CON SELLO POLÍTICO
El mensaje de Antonio Maestre lo resumía en una frase: “Puede darse por jodido”. Y es que lo que está en juego no es solo la carrera del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, sino la credibilidad misma de la justicia española. El Tribunal Supremo ha conformado un tribunal de siete jueces para juzgarle por la filtración del correo de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. La mayoría de ese tribunal tiene una marcada sensibilidad conservadora.
Cinco de esos magistrados ya abrieron la causa hace casi un año, en octubre de 2024: Manuel Marchena, Antonio del Moral, Juan Ramón Berdugo y Carmen Lamela, todos con un historial vinculado al ala conservadora, más Susana Polo, la única de perfil progresista y que fue la ponente del auto inicial. A ellos se suman ahora el veterano Andrés Martínez Arrieta, actual presidente de la Sala de lo Penal, y la magistrada Ana Ferrer, ambos con un sello progresista, aunque no ajenos a los equilibrios que impone el Consejo General del Poder Judicial.
El equilibrio de fuerzas es claro: cuatro conservadores, tres progresistas y la sombra de una operación orquestada desde el entorno de Ayuso.
LA POLÍTICA BAJO TOGA
El fiscal general pide su absolución y no oculta que ve detrás del proceso una maniobra política. Habla de una “operación orquestada”, y no es difícil seguir el rastro: la confesión de la pareja de Ayuso, la difusión interesada de un correo y la maquinaria judicial activada contra quien debía garantizar la imparcialidad del Ministerio Fiscal.
El tribunal no es inocuo. Marchena, conocido por su papel en el juicio del procés, vuelve a situarse en el centro de la escena. Lamela y Del Moral ya demostraron su afinidad con la línea dura de la judicatura española. Y el nuevo presidente Martínez Arrieta, aunque etiquetado como progresista, llegó a ese puesto con los votos conservadores del Consejo.
En este contexto, hablar de un juicio técnico es un espejismo. Lo que se dirime es quién controla la justicia en un país donde la toga se ha convertido en arma política.
La paradoja es que quien debería defender la independencia judicial está sentado en el banquillo. Y quien aparece blindada por la maquinaria de filtraciones, denuncias y presiones es Isabel Díaz Ayuso.
La fotografía es la de un Estado donde el poder político de la derecha y la extrema derecha utiliza la judicatura como ariete. Donde cada filtración se convierte en arma de guerra y cada tribunal en campo de batalla.
Porque aquí no se juzga solo un correo. Aquí se juzga hasta qué punto el poder de Ayuso y su entorno ha conseguido poner al Supremo al servicio de su supervivencia política.
Related posts
SÍGUENOS
Hezbolá ante el filo de la derrota: Israel impone el ritmo y Líbano paga la factura
Una tregua convertida en excusa para bombardear un país entero mientras la milicia chií se desangra en público.
Starmer convierte la migración en un arma política y la izquierda británica se desangra
Un Gobierno que se dice progresista usa la retórica del miedo mientras la extrema derecha marca la agenda
India se levanta contra los códigos que destruyen derechos
Un ataque estructural al trabajo, envuelto en propaganda
Vídeo | ¿MAZÓN A LA CÁRCEL? Marina Lobo analiza las razones para enchironar al president de la DANA
Carlos Mazón lleva un año intentando convencernos de que en la mayor tragedia climática de su comunidad no vio nada, no oyó nada, no dijo nada y, básicamente, no existió… salvo para elegir postre. Y ahora, después de una comparecencia que fue más un casting…
Vídeo | EL JUMPSCARE DE NDONGO 👻Cuando reniegas de lo que eres para gustar al opresor
Hoy hablamos del jumpscare de Ndongo: ese momento en el que alguien se convence de que estar del lado del poder le hará parte de él. Lo mismo que Ramsey, lo mismo que tantas mujeres antifeministas y migrantes racistas: la fantasía de que, si atacas…
Seguir
Seguir
Seguir
Subscribe
Seguir