27 Dic 2024

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Opinión | Pero, ¿qué les habéis dejado hacer? Un puñado de entidades tienen en sus manos el comercio agrícola mundial
Javier F. Ferrero

Opinión | Pero, ¿qué les habéis dejado hacer? Un puñado de entidades tienen en sus manos el comercio agrícola mundial 

¿Qué les habéis dejado hacer? ¿En qué momento la insensatez y la negligencia se apoderaron de aquellos encargados de velar por el equilibrio y la justicia en el comercio mundial? La revelación de que un puñado de entidades ahora tienen en sus manos el dominio absoluto del comercio agrícola mundial, no solo es alarmante, es una afrenta a cualquier noción de equidad y sostenibilidad.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha levantado el velo sobre esta concentración de poder, destacando que apenas catorce conglomerados ostentan el trono en este imperio agrícola. Y aquí está la parte que debería despertar a todos: los cuatro más grandes entre ellos, como si fueran los jinetes de un apocalipsis alimentario, controlan cerca del 70% del comercio agrícola mundial. ¿Cómo hemos llegado a este punto de locura?

La crisis financiera de 2008 debería haber sido una llamada de atención, pero las lecciones han sido ignoradas, y los mismos errores se perpetúan, ahora en el campo de la alimentación mundial.

Estas entidades han amasado fortunas, explotando cada crisis, cada fluctuación y cada desgracia mundial, mientras el resto del planeta se debate entre la inflación y la escasez. Beneficios de miles de millones se cuentan en sus arcas, obtenidos en el sufrimiento y la desesperación de millones. El verano pasado, el precio del trigo doblaba el de la era pre-pandémica, pero ¿quién se beneficia? Seguramente, no los productores agobiados ni los consumidores exhaustos.

La opacidad en la que operan estas corporaciones es tan densa como la misma noche. De los catorce titanes, solo unos pocos ofrecen un atisbo a través de informes públicos. El resto se regodea en la oscuridad, manipulando mercados, gobiernos, incluso naciones enteras, desde las sombras. Han trascendido de simples comerciantes a amos de tierras, semillas y vidas, con hectáreas que se cuentan por miles en los rincones más fértiles del planeta.

No contentos con acaparar la tierra y el grano, estos gigantes han extendido sus tentáculos hacia el reino de las finanzas, jugando con los precios de los alimentos como si fueran fichas en un casino global, exacerbando la especulación y el hambre. Los derivados financieros, esas apuestas en la sombra sobre el pan de mañana, se han convertido en armas de destrucción masiva, con el potencial de devastar mercados y vidas en un parpadeo.

“El futuro alimentario del planeta se juega en una partida de póker en la que solo unos pocos saben las reglas”.

La falta de regulación ha permitido que este festín de avaricia continúe sin control, con gobiernos e instituciones paralizados por la inacción o la incompetencia, incapaces o no dispuestos a desafiar el statu quo. La crisis financiera de 2008 debería haber sido una llamada de atención, pero las lecciones han sido ignoradas, y los mismos errores se perpetúan, ahora en el campo de la alimentación mundial.

La UNCTAD clama por reformas, por una regulación global que ponga fin a este oligopolio depredador que amenaza la seguridad alimentaria mundial. Pero, ¿será escuchada? ¿O nos resignaremos a ser espectadores en este teatro de avaricia, viendo cómo el futuro alimentario del planeta se juega en una partida de póker en la que solo unos pocos saben las reglas?

La hora de actuar es ahora. No podemos, no debemos dejar que el destino de la seguridad alimentaria mundial repose en manos de unos cuantos que ven en el hambre y la necesidad una oportunidad de lucro. La indignación debe convertirse en acción; la apatía, en movilización. Antes de que sea demasiado tarde, antes de que el último grano de trigo esté marcado con el logo de una corporación.

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