06 May 2024

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Opinión | Librepensadores de baratillo
OPINIÓN

Opinión | Librepensadores de baratillo 

«Si Andorra es el precio de vuestro pensamiento, de vuestra influencia, de vuestro verdadero valor; quizá deberíamos reconsiderar cuánto valéis realmente».»

Cada era tiene su grupo de autoproclamados «visionarios» y «rebeldes», aquellos que gustan de llevar la etiqueta de librepensadores como si fuese un accesorio de moda. Pero en los tiempos que corren, estos términos han sido secuestrados por un nuevo tipo de «pensador»: los influencers de pacotilla y streamers obsesionados únicamente con el lucro, vendiendo una superficialidad disfrazada de «libertad».

Hemos llegado al punto de verles lamentarse públicamente por la ‘ardua’ tarea de tener que estudiar un idioma con un curso de apenas 30 horas. ¡Qué esfuerzo tan titánico para aquellos que han elegido el cómodo refugio de Andorra, un país que coquetea peligrosamente con el estatus de paraíso fiscal! Su decisión de huir a este rincón montañoso no es un acto de rebeldía o un paso hacia la autenticidad, sino más bien una clara manifestación de su avaricia. Huir para evadir las responsabilidades fiscales en su país natal no es un acto de valentía, es un acto de egoísmo.

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A lo largo de la historia, los auténticos «influencers» han sido personas que cuestionaban, debatían y proponían soluciones a los problemas de la sociedad, buscando mejorar el mundo en el que vivían, no esconderse en una burbuja dorada. Aquellos que inspiran con acciones y palabras, que promueven el cambio y no el egoísmo.

Estos «librepensadores al peso», como me gusta llamarles, han banalizado la esencia del término. Han reducido su rica tradición a una serie de selfies y streams vacíos de contenido, ofreciendo un espectáculo superficial que en nada contribuye al mejoramiento de la sociedad. Y es una lástima, porque tienen plataformas con el potencial de llegar a millones, pero eligen usarlas para fomentar el culto al yo y al dinero fácil.

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Es hora de que exijamos más. Más profundidad, más responsabilidad y, sobre todo, más autenticidad. Así que, queridos «librepensadores al peso», si Andorra es el precio de vuestro pensamiento, de vuestra influencia, de vuestro verdadero valor; quizá deberíamos reconsiderar cuánto valéis realmente.