El caso de la red de prostitución de menores en Murcia es un recordatorio amargo de cómo el sistema judicial español falla a las personas más vulnerables.
Hace diez años, la policía desmanteló una red de prostitución que explotaba sexualmente a niñas de entre 14 y 17 años en la Región de Murcia. Hoy, tras una década de retrasos judiciales, los responsables de estos delitos, incluyendo empresarios y proxenetas, han evitado la cárcel gracias a un acuerdo con la fiscalía que ha desatado la indignación social. A pesar de las pruebas y de la gravedad de los hechos, el sistema ha optado por reducir las condenas a multas irrisorias y penas de dos años que no se ejecutarán, perpetuando la impunidad y el dolor de las víctimas.
¿Cómo puede ser que, tras años de sufrimiento, las niñas —ahora adultas— no hayan sido informadas adecuadamente del proceso ni del acuerdo? Es una pregunta que resuena en las calles de Murcia, donde la indignación se ha transformado en protestas. Las víctimas, muchas de las cuales han desarrollado trastornos graves como depresión, fueron captadas en discotecas y colegios. Algunas incluso no han podido rehacer sus vidas, acosadas por el trauma y la sensación de que el sistema las ha abandonado.
UN SISTEMA JUDICIAL FALLIDO
La lentitud del proceso no solo ha beneficiado a los agresores, sino que ha perpetuado el sufrimiento de las víctimas. Tras diez años de demora, las sentencias se han visto reducidas por la aplicación de la atenuante de dilaciones indebidas, lo que permite que estos criminales sigan en libertad. Este retraso no solo genera un inmenso daño emocional en las víctimas, sino que, además, envía un mensaje devastador: prostituir a menores “sale barato” en España.
Varias asociaciones de apoyo a víctimas han alzado la voz contra esta resolución, calificándola de “infame” y exigiendo que se revise el sistema judicial que permite tal impunidad. Mientras tanto, las víctimas han comenzado a testificar, y algunas han dejado claro que el dinero ofrecido en compensación no puede reparar el daño sufrido. “¿Quién me devuelve estos años?“, preguntó Almudena, una de las jóvenes explotadas, al tribunal.
¿Qué tipo de justicia es esta que no escucha a las víctimas hasta que la sentencia ya es firme? Las y los responsables directos de la explotación sexual de menores en Murcia no enfrentan el castigo que merecen, y eso deja una profunda cicatriz en la confianza de la sociedad en su propio sistema de justicia.
Este caso es un triste recordatorio de que las leyes no siempre protegen a quienes más lo necesitan. Las víctimas de la prostitución de menores en Murcia, y sus familias, siguen esperando justicia.
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