16 Abr 2024
INTERNACIONAL

La vida en Nagorno Karabakh tras la guerra entre Azerbaiyán y Armenia 

¿Cómo es la vida en la República de Artsaj después de la guerra entre Armenia y Azerbaiyán?

Angelo Nero para Nueva Revolución ha tratado de dar voz a los «invisibles de Stepankert», ya que según este «los medios de comunicación masivos, como El País o La Vanguardia, han situado a sus corresponsales en Bakú, para hablarnos de los ‘refugiados azerbaiyanos que regresan a Nagorno Karabakh treinta años después'».

Para llevar a cabo dicho cometido Angelo Nero ha hablado con Lala Grigoryan, «una joven que tuvo que refugiarse con su familia en Ereván durante el conflicto, y que ahora ha regresado a su casa en Stepanakert».

Esta explica que «después de la guerra de 44 días entre las fuerzas armadas de Armenia y Azerbaiyán, varias circunstancias han cambiado».

Armenia

Esto se debe, según la joven a «la pérdida sensible de Armenia son sus soldados (principalmente entre los 18 y los 25 años). Debido al desequilibrio de fuerzas y equipo militar, Armenia tiene actualmente más de 8000 víctimas y aproximadamente 1000-1500 cautivos. Poco se publica oficialmente sobre los prisioneros de guerra de Azerbaiyán, por eso muchos armenios que aún no tienen información sobre sus familiares se reúnen y protestan en torno a la Comunidad Internacional de la Cruz Roja».

También expone que «muchas personas que vivían en las regiones que han quedado bajo el mando de las Fuerzas Militares de Azerbaiyán hoy se trasladaron principalmente a Stepanakert y Armenia. En las principales ciudades de Armenia y en Stepanakert, estas personas son bienvenidas y se les muestra ayuda material y moral».

Demográficamente, destaca que «Artsakh tenía una población de más de 150.000 personas. Hoy en día hay entre 45.000 y 50.000 artsakhianos que regresaron a sus hogares en Stepanakert después de la guerra. Otros se establecieron en las regiones de Martakert y Martuni y en la parte izquierda de la ciudad de Askeran».

Un hecho representativo sobre la situación actual es que «en Artsakh, y también en la República de Armenia, la gente no celebró la víspera de Año Nuevo como de costumbre».

Para terminar Angelo Nero concluye que «mientras el gobierno armenio se tambalea, y el futuro de Artsakh es cada vez más incierto, muchas familias se siguen preguntando por la suerte de los suyos, de los que fueron a luchar al frente y no volvieron, y de los civiles que quedaron en la zona ocupada por el ejército azerí. Estas han sido las navidades más tristes para el pueblo armenio, en Stepanakert, en Ereván, y también en su diáspora diseminada por todo el mundo».

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