El debate con Broncano destapa la obsesión de la derecha con la “censura” mientras siguen monopolizando los grandes medios.
EL FALSO DISCURSO DE LA CENSURA
Mariló Montero acudía a La Revuelta para hablar de MasterChef Celebrity 10. Pero no tardó en dejar la cocina y lanzarse de lleno al menú político habitual de la derecha mediática: Sánchez como gran censor, TVE como aparato de propaganda, y la eterna queja de que “ya no se puede decir nada”. La misma cantinela que llevan repitiendo Ana Rosa, Susanna Griso o Carlos Herrera desde hace años, todos ellos con salarios millonarios y micrófonos asegurados.
David Broncano respondió con la obviedad más incómoda para quienes hablan desde un atril blindado: “literalmente lo están diciendo desde un programa de máxima audiencia desde el que dicen lo que les sale de los cojones”. La palabra clave es esa: máxima audiencia. Porque quienes se presentan como víctimas de la censura nunca han visto silenciada su voz. Hablan cada mañana, cada tarde y cada noche. Hablan tanto que lo que falta en los platós son voces que representen de verdad la diversidad social y política del país.
TAUROMAQUIA Y EL VIEJO MANTRA DE LA “PLURALIDAD”
El momento más revelador llegó con el debate sobre la tauromaquia. Montero defendió los toros como “arte” y “cultura” que deberían volver a TVE. Broncano, antitaurino confeso, desmontó el discurso con una frase que cualquier niño entiende: “llamar arte a clavarle banderillas a un animal no deja de ser una falacia”.
Pero el trasfondo era otro: la “pluralidad ideológica” de la que habla la derecha no es más que la exigencia de mantener sus privilegios culturales intactos. No se trata de pluralidad, sino de hegemonía. Quieren que el dinero público financie una televisión que bendiga sus tradiciones, que no incomode sus negocios y que maquille su violencia ritualizada como identidad nacional.
El argumento de que La 1 está “sesgada a la izquierda” se cae por su propio peso: ahí estaba Montero, en directo, criticando al Gobierno y defendiendo la tauromaquia en horario de máxima audiencia. Broncano lo resumió con una frase que deja sin oxígeno a la conspiranoia: “Si los contenidos estuviesen condicionados por el Sanchismo, tú no estarías aquí diciendo esto”.
El gran problema no es que Mariló Montero use una entrevista para dar mítines. El problema es que su discurso victimista cala, porque cuenta con décadas de altavoces privados y públicos que lo repiten hasta convertirlo en sentido común. Mientras tanto, voces críticas con el poder económico, con el militarismo o con el genocidio en Gaza siguen vetadas de verdad en las parrillas.
La censura real no está en los platós de prime time, sino en todo lo que jamás llega a ellos.
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