Cuando se trató de un apagón de unas horas, el PP exigió el nivel 3 de emergencia. Ahora, con miles de hectáreas arrasadas y pueblos evacuados, miran hacia otro lado.
DOBLE VARA DE MEDIR EN LAS EMERGENCIAS
La hemeroteca no perdona. El 29 de abril de 2025, durante un apagón eléctrico que afectó a España durante unas horas, todas las comunidades gobernadas por el PP exigieron el nivel 3 de emergencia. Con ello, activaron de inmediato la participación del Estado, del ejército y de la coordinación central. Sin embargo, frente a la ola de incendios que ya ha calcinado decenas de miles de hectáreas en Ourense, León y Zamora, ninguna de esas mismas comunidades lo ha solicitado.
La contradicción es evidente. Para una caída de suministro eléctrico temporal, la alarma nacional se activa sin dudarlo. Para una catástrofe que arrasa pueblos enteros, desplaza a familias, destroza ecosistemas y amenaza vidas humanas, el PP prefiere no asumir la responsabilidad política que conlleva pedir ayuda al Estado. El cálculo partidista se impone al interés general.
No se trata solo de una cuestión técnica. Declarar el nivel 3 implica reconocer la incapacidad autonómica para gestionar la emergencia y admitir que la magnitud del desastre exige coordinación nacional. Al no hacerlo, los presidentes autonómicos del PP evitan la foto incómoda de la dependencia de Madrid. Es decir, prefieren proteger su relato antes que proteger a la ciudadanía.
Mientras tanto, León salía a la calle el 18 de agosto para exigir la dimisión de Mañueco y de Quiñones por su negligencia ante los incendios. La indignación social choca de frente con una clase política que prefiere el desgaste del adversario antes que la protección de la gente.
EL PACTO DE ESTADO, REDUCIDO A “CORTINA DE HUMO”
Pedro Sánchez, tras una semana desaparecido del foco mediático, acudió a las zonas arrasadas y propuso un pacto de Estado contra el cambio climático. La idea, lejos de ser nueva, ya fue lanzada en 2021 tras el incendio de la Sierra de la Culebra y nunca llegó a concretarse. Ahora, el PP la ha calificado de “cortina de humo”.
La portavoz popular, Ester Muñoz, llegó a afirmar que “es como si en medio de un tsunami se propone un pacto sobre los océanos”. La metáfora busca impacto, pero revela la estrechez de miras de un partido que concibe la política solo como urgencia inmediata y jamás como prevención estructural.
El PP exige más militares, más brigadas y más despliegue en caliente. Pero olvida que los incendios de agosto de 2025 han multiplicado por 3,5 la superficie arrasada respecto a todo el año anterior porque durante años se recortó en prevención forestal, se externalizaron servicios públicos y se relegó la lucha contra el cambio climático a un eslogan. Los fuegos no se apagan solo con más uniformes, sino con planificación, inversión y responsabilidad política.
Lo que el PP llama “cortina de humo” es, en realidad, la única vía para enfrentar una crisis climática que ya se manifiesta con sequías extremas, olas de calor e incendios incontrolables. Pero reconocerlo implicaría admitir que el modelo económico que defienden —basado en la especulación urbanística, en la privatización de los montes y en el desprecio al medio rural— es parte del problema.
La hemeroteca muestra que cuando el caos eléctrico ponía en riesgo la reputación de un gobierno autonómico, el PP no dudó en invocar al Estado como salvavidas. Hoy, con montes convertidos en ceniza y aldeas devastadas, ese mismo partido acusa de inacción al Ejecutivo central mientras evita pedir lo que entonces consideraba imprescindible.
Lo llamaron estrategia. En realidad es hipocresía incendiaria.
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