Es hora de decirlo claramente: las políticas de Milei están destruyendo el país.
La política económica del gobierno de Javier Milei ha empujado a la sociedad argentina a un colapso que muchos veían venir, pero que pocos imaginaban tan devastador. La pobreza alcanzó el 52,9% en el primer semestre de 2024, un dato que marca el retroceso más abrupto de la historia reciente del país. El ascenso de Milei al poder, respaldado por un discurso libertario que prometía el fin de la “casta política” y una revitalización de la economía, ha resultado en un desastre que solo se compara con la crisis de 2001, cuando millones de argentinas y argentinos cayeron en la pobreza de manera brutal.
El último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reveló que más de 29 millones de personas viven hoy bajo la línea de pobreza. Esto significa que hay más argentinas y argentinos pobres que no pobres. ¿Cómo es posible que un país tan rico en recursos, con capacidad productiva y una población altamente educada, haya llegado a este punto? La respuesta está en una política económica que prioriza los ajustes draconianos y la liberalización extrema sobre la protección de sus habitantes.
La pobreza infantil es el reflejo más cruel de este desastre. En el rango etario de 0 a 14 años, el 66,1% vive hoy en situación de pobreza. Las cifras no son solo números: son niñas y niños que crecen sin acceso a una alimentación adecuada, sin educación de calidad, sin futuro.
EL AJUSTE NO ES CRECIMIENTO, ES DESTRUCCIÓN
El gobierno de Milei llegó con promesas de “libertad o muerte”, pero lo que su administración ha producido es la muerte de cualquier esperanza de movilidad social. La mega devaluación de diciembre y las medidas económicas impulsadas por el presidente llevaron al país a una recesión profunda que parece no tener fin. En solo seis meses, la pobreza ha aumentado en 11,2 puntos porcentuales, una cifra que no tiene precedentes en tan poco tiempo en la historia reciente de Argentina.
No se trata solo de pobreza. La indigencia, es decir, aquellas personas que no pueden siquiera cubrir sus necesidades alimentarias, ha llegado al 18,1%. Esto significa que 5,4 millones de personas viven hoy en una situación de hambre. El “mayor ajuste de la historia de la humanidad”, como lo ha calificado el propio presidente, no es más que un eufemismo para la política de empobrecimiento masivo. Los y las trabajadoras de la salud, los y las docentes, las y los jubilados, las y los jueces, todos han sido víctimas de un ajuste que ha pulverizado sus salarios y dejado a millones sin poder acceder a servicios básicos.
El resultado es un escenario desolador, comparable solo con los peores momentos de la historia argentina. En 2001, la pobreza alcanzó el 66% en su pico más alto, pero esto sucedió en el transcurso de un año entero de crisis. Bajo el gobierno de Milei, la pobreza ha escalado casi al mismo ritmo en solo seis meses, y todo indica que las cifras continuarán empeorando. Según el Cedlas, si se mantiene este ritmo, Argentina podría alcanzar cifras de pobreza similares a las de la crisis de la convertibilidad para el final de este año.
LOS VERDADEROS RESPONSABLES: EL MERCADO Y EL GOBIERNO
Es fácil culpar a las crisis internacionales, a los precios de las materias primas o a la pandemia. Sin embargo, la verdad es que las políticas que ha implementado este gobierno responden a los intereses de un mercado que ve a las personas como simples variables económicas. Las recetas de ajuste, desregulación y privatización que Milei ha aplicado no son nuevas: son las mismas que llevaron al país al colapso en 2001. Solo que ahora, la ceguera ideológica parece haber alcanzado un nuevo nivel.
Lo que está ocurriendo no es un “accidente” ni un “error de cálculo”, es el resultado premeditado de una política que desprecia el bienestar colectivo. Mientras el gobierno sigue hablando de “austeridad”, los y las ciudadanas enfrentan recortes en salud, educación y servicios esenciales. El ajuste no solo golpea a los sectores más vulnerables, sino que está destruyendo a la clase media. Cada día, más y más familias que alguna vez se consideraban fuera del alcance de la pobreza caen en esta espiral descendente.
La precarización del trabajo es otra de las consecuencias directas de esta política. En lugar de generar empleo digno, las políticas de Milei han favorecido la desprotección laboral, flexibilizando aún más los contratos y debilitando los derechos de los y las trabajadoras. La pobreza laboral es una realidad que afecta a millones de personas que, aún trabajando, no logran escapar de la trampa de la pobreza.
No hay atajos para resolver este problema. Argentina no necesita más ajustes ni liberalizaciones extremas. Lo que necesita es un modelo de desarrollo que priorice a las personas por encima de las cifras macroeconómicas. La pobreza no es un subproducto inevitable del crecimiento, es el resultado directo de decisiones políticas equivocadas.
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