Hace al menos 15 años que los desechos textiles se vienen acumulando en el desierto de Atacama, sobre todo prendas hechas de poliéster, un material que tarda más de 200 años en desintegrarse
En el norte de Chile, a la altura de Iquique, se encuentra el desierto más seco del mundo: el desierto de Atacama, en donde se pueden encontrar montañas formadas por miles de toneladas de ropa usada desechada sobre todo por Estados Unidos, Europa o Asia y que es enviada a este país sudamericano para su reventa.
Zapatillas, camisetas, abrigos, vestidos, gorros, trajes de baño e, incluso, guantes de nieve que no se venden terminan formando parte de este cementerio de ropa usada. Chile es el mayor importador de ropa usada de Sudamérica, pero se calcula que de las 59.000 toneladas que entran al año en el país, alrededor de 40.000 van a parar a vertederos clandestinos, la mayoría de ellos situados a las afueras de Alto Hospicio, una comuna con altos niveles de pobreza y vulnerabilidad.
BBC Mundo ha querido averiguar cómo funciona el mercado de la ropa usada y qué está pasando en realidad y así es cómo lo explica: camiones de ropa usada entran en la Zona Franca de Iquique, más conocida como “Zofri”, que alberga un parque industrial con más de 1.000 empresas que transan sus productos exentos de impuestos. Esto ha hecho que se convierta en un importante centro comercial para otros países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Perú y Bolivia.
Aquí hay instaladas al menos 50 importadoras que diariamente reciben decenas de toneladas de prendas de segunda mano que luego distribuyen a lo largo de Chile para su venta, un negocio completamente legal.
Nadie quiere hacerse responsable de los desechos textiles
Al ser preguntados por BBC Mundo, los propietarios de las importadoras no quieren hablar de los desechos textiles ya que nadie quiere hacerse responsable. Sin embargo, tras varios intentos fallidos, logran hablar con Paola Laiseca, fundadora de PakChile.
Laiseca explica que traen ropa de Estados Unidos y de Europa. La mayoría de esta ropa ha sido previamente donada a organizaciones benéficas en países desarrollados. Mucha de ella se revende en tiendas de caridad o se entrega a personas necesitadas, pero la que no se vende o dona en esos países es enviada a países como Chile, India o Ghana.
Las prendas que llegan son de distinta calidad y allí hacen una selección separando la de primera categoría, en la que se incluyen las que están impecables; la de segunda, en la que pueden ir prendas sucias o descosidas y la de tercera, con productos más deteriorados.
Aunque la fundadora de PakChile asegura que las prendas de tercera categoría también se venden y que ella no se deshace de más del 1% de lo que importa, las autoridades locales consultadas por BBC Mundo señalaron que gran parte termina en basureros clandestinos.
Laiseca también reconoce que hay personas a las cuales se les paga para que se deshagan de la ropa que no venden, ya que en Chile está prohibido arrojar los desechos textiles en los vertederos legales.
Contaminación
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), la industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, después del petróleo, provocando el 8% de los gases de efecto invernadero y del 20% de desperdicio total de agua a nivel global.
Además, actualmente gran parte de la ropa está hecha de poliéster, un material que tarda más de 200 años en desintegrarse y en el desierto de Atacama, la mayoría de las prendas están hechas, justamente, de ese material.
Las autoridades locales también está preocupadas por los incendios que anualmente se producen en estos basureros clandestinos, unos incendios de grandes dimensiones, que duran entre 2 y 10 días y cuyo humo humo puede generar enfermedades cardiorrespiratorias entre los habitantes que viven alrededor, la mayoría inmigrantes ilegales que se instalan en casas improvisadas y en mal estado.
Las soluciones no son sencillas
Hace al menos 15 años que los desechos textiles se vienen acumulando en el desierto de Atacama. La solución para acabar con este problema, según la secretaría del medioambiente de la región de Tarapacá, son estos dos planes: poner en marcha un programa de erradicación de los basureros clandestinos y la incorporación de la ropa usada en la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que establece una obligación a las compañías que importan a hacerse cargo de sus residuos.
El problema es que el primer plan todavía debe ser aprobado por el gobernador regional y para el segundo aún debe elaborarse un decreto que establezca esa obligación.
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