El periodista estadounidense Tim Schwab critica el papel de los medios en la creación del monopolio de Gates en la salud pública
El periodista estadounidense Tim Schwab, en una reveladora entrevista con ElDiario.es, expone su profunda investigación sobre Bill Gates, que se detalla en su libro «El problema de Bill Gates». Schwab cuestiona cómo la Fundación Bill y Melinda Gates, bajo la fachada de la filantropía, ha adquirido un enorme poder en la definición de las políticas sanitarias globales.
Schwab empieza cuestionando la imagen altruista de Gates, señalando cómo su fundación «opera como una farmacéutica» y posee una influencia significativa en la propiedad intelectual. Schwab sostiene que «la filantropía, tal y como la practica alguien como Gates, es poder político». Este poder se extiende más allá de la simple donación de dinero, convirtiéndose en una compra de influencia en diversos ámbitos, desde la política climática hasta la educación y la salud pública.
Al abordar las actividades de la Fundación Gates, Schwab las describe como operaciones más propias de «una empresa o un banco de inversiones» que de una entidad humanitaria. Argumenta que la fundación, lejos de ser puramente benéfica, «está causando más daño que bien», citando críticas de expertos independientes y beneficiarios de la fundación.
Respecto a la creciente riqueza personal de Gates, Schwab se cuestiona si realmente merece el título de filántropo, enfatizando la ironía de su creciente fortuna en medio de promesas de donación. Este aumento de riqueza se percibe como un «claro símbolo de la creciente desigualdad», contradiciendo el lema de la fundación de que ‘todas las vidas tienen el mismo valor’.
Schwab también critica el papel de los medios en la creación del monopolio de Gates en la salud pública. Destaca cómo la cobertura mediática, a menudo acrítica y favorable hacia la Fundación Gates, está conectada con la financiación significativa que los medios reciben de ella. Este fenómeno, conocido como ‘el escalofrío de Bill’ [Bill Chill], refleja una reticencia generalizada a criticar a Gates por temor a represalias profesionales.
En relación con las teorías de la conspiración durante la pandemia de covid-19, Schwab sugiere que Gates podría ser visto más como un beneficiario que como una víctima de estas narrativas, debido a la simpatía generada por los periodistas hacia él.
Finalmente, Schwab aboga por un cambio en el tratamiento de las enormes riquezas y el poder político que ejercen los multimillonarios como Gates. Propone una regulación más agresiva y un gravamen justo a estas fortunas, argumentando que la verdadera democracia requiere voces más equitativas, no dominadas por los más ricos.
La entrevista de ElDiario.es a Tim Schwab destapa las contradicciones y desafíos inherentes al poder e influencia de figuras como Bill Gates en la salud pública mundial, planteando preguntas fundamentales sobre la democracia, la equidad y el verdadero significado de la filantropía.
Related posts
SÍGUENOS
Las horas más bajas de Ursula
Dos bloques opuestos han coincidido en algo: pedir la cabeza de Ursula von der Leyen. Y no es una pataleta: tienen 72 firmas, el mínimo legal para forzar el debate.
Vox y la violencia que nunca quiere ver
El alcalde de Villacastín, detenido por agredir a su mujer en plena romería Otra vez Vox. Otra vez la violencia que su discurso niega mientras se enquista en sus filas. Julio César Sánchez, alcalde del partido ultra en Villacastín (Segovia), fue detenido por la Guardia…
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Vídeo | Marina Lobo: Madrid paró La Vuelta y tumbó el blanqueo de Israel
Marina Lobo lo dijo sin rodeos: lo que pasó ayer en Madrid fue histórico. Mientras el mundo miraba para otro lado, la última etapa de La Vuelta a España se detuvo en seco por las protestas masivas contra el genocidio en Gaza. Una marea ciudadana…
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.