Juan José Milei, conocido como Chicho, se gana la vida de una manera que no se esperaría de un pariente del presidente argentino, Javier Milei. A sus 63 años, Chicho trabaja arduamente pedaleando para la aplicación de entrega Pedidosya, mientras que su sobrino goza de una carrera política en ascenso. Así lo cuenta El Diario. La disparidad entre sus vidas es innegable, y la historia de Chicho Milei destaca las diferencias económicas y sociales que existen en Argentina.
Con una bicicleta y una caja-mochila, Chicho pedalea todos los días de la semana, desde lunes hasta lunes, para ganarse la vida. En una bolsa de nailon, lleva recortes de periódicos con fotos de políticos prominentes como Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa. Aunque su trabajo es agotador y precario, Chicho considera que una propina de cien pesos (aproximadamente 10 céntimos de euro al cambio oficial) es una cantidad significativa. A través de sus esfuerzos, intenta llegar a fin de mes, pagando sus facturas y gastos diarios, pero no le sobra mucho.
LA SOMBRA DEL DESAHUCIO
La vida de Chicho Milei se complica aún más debido a una orden de desahucio que ha recibido. Afirma que un abogado le prestó dinero y, como garantía, le pidió su propiedad, cambiando la titularidad. Esto lo pone al borde de perder su modesto apartamento en el barrio San Cristóbal de Buenos Aires, el cual adquirió después de vender una propiedad más grande que heredó de sus padres en Belgrano.
Cuando se le pregunta a quién votó en las elecciones presidenciales, Chicho revela que votó por Massa. Aunque podría haber apoyado a su sobrino, Javier Milei, tiene una opinión pragmática sobre la política. Mientras que su sobrino triunfaba en la televisión y en la política, Chicho llevaba una vida más sencilla y discreta.
DOS VIDAS DIFERENTES
La historia de los hermanos Milei refleja dos trayectorias divergentes. Aunque compartían el mismo padre, Francisco, Norberto (padre de Javier) comenzó como conductor de autobuses y terminó adquiriendo su propia empresa de transporte, además de incursionar en otros negocios. Por otro lado, Chicho combinó diversos trabajos con una vida más modesta, nunca llegando a tener la misma prosperidad económica que su hermano.
Hoy en día, Chicho sobrevive como repartidor de diarios, con la esperanza de jubilarse en dos años, aunque carece de aportes y ha dejado de pagar el monotributo durante ocho meses.
EL DÍA A DÍA DE CHICHO
Los recuerdos de Chicho sobre su sobrino son dispersos y limitados. Una cena incómoda en un restaurante lujoso, una perra regalada por su cuñada y un hermano que parece haberse distanciado de su familia de origen. La relación entre los Milei parece haberse desvanecido con el tiempo.
A pesar de la distancia, Chicho escribió un mensaje a su sobrino Javier Milei en Facebook para felicitarlo por su presidencia, aunque no espera una respuesta. La disparidad entre sus vidas y sus relaciones familiares refleja las diferencias sociales y económicas que persisten en Argentina.
CONCLUSIONES
La historia de Chicho Milei es un recordatorio de las profundas desigualdades sociales que existen en Argentina y en muchos otros lugares del mundo. A pesar de compartir la misma sangre que el presidente argentino, su vida está marcada por trabajos precarios, una orden de desahucio y una situación económica precaria. Mientras que su sobrino Javier Milei prospera en el ámbito político y mediático, Chicho lucha por llegar a fin de mes. Esta disparidad revela las brechas socioeconómicas que persisten en la sociedad argentina y pone de manifiesto la necesidad de abordar estas desigualdades de manera efectiva.
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