Esta Superliga de élites supondría menores ingresos económicos por los derechos televisivos y por tanto menos dinero a repartir entre los equipos españoles.
Un bombazo ha sacudido los cimientos del fútbol europeo. Doce grandes clubes europeos, los más ricos, comandados por el Real Madrid de Florentino Pérez, han puesto en jaque a la UEFA y han gestado la denominada Superliga, una nueva competición continental, con inspiraciones en la Euroliga de baloncesto, gobernada por los propios equipos y dejando fuera a las federaciones que rigen el mundo del balompié.
Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Milan, Inter de Milán, Juventus, Liverpool, Manchester United, Manchester City, Arsenal, Chelsea y Tottenham son los millonarios autodenominados Clubes Fundadores de la nueva competición continental.
La Superliga pretende reemplazar a la actual Champions League, disputándose sus partidos entre semana, mientras se dejan intactas las ligas nacionales. De esta manera se preserva “el calendario tradicional que está en el centro de la vida de los clubes”.



El dinero, la clave
En realidad la única razón por la que se ha gestado este proyecto es la económica. La propia Superliga lo reconoce en un un comunicado: “La creación de la nueva Liga se produce cuando la pandemia mundial ha acelerado la inestabilidad del actual modelo económico del fútbol europeo. […] La pandemia ha desvelado que una visión estratégica y un enfoque comercial son necesarias para aumentar el valor y las ayudas en beneficio de la pirámide del fútbol en su conjunto”.
Con este nuevo formato esperan triplicar y hasta cuadruplicar en el mejor de los casos lo que ingresan actualmente con la Liga de Campeones. Los clubes impulsores de la iniciativa afirman que recibirán un primer pago en una vez de 3.500 millones de euros, “dedicado únicamente a acometer planes de inversión en infraestructuras y compensar el impacto de la pandemia de la Covid”.
Se habla de que el campeón podría ganar hasta 400 millones de euros y que cada equipo recibiría un mínimo de 300 millones de euros al año por participar. Mientras, los clubes más modestos, sobrevivirán con penurias ante una devaluación de las ligas nacionales. Lo cierto es que esta Superliga de élites supondría menores ingresos económicos por los derechos televisivos y por tanto menos dinero a repartir entre los equipos españoles.
Críticas desde todos los sectores
Las repercusiones de este anuncio llenan titulares y gobernantes como el primer ministro británico, Boris Johnson, o el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se han manifestado en contra de un proyecto insolidario que amenaza con dinamitar el mundo del fútbol.
La FIFA, la UEFA y las ligas nacionales se oponen este proyecto. El principal organismo europeo amenaza con sanciones ejemplares para los equipos díscolos, expulsándolos de las ligas nacionales, y para los jugadores, impidiéndoles jugar con sus respectivas selecciones.
Uno de los comentarios más destacados en contra de la Superliga ha sido el de Marcelo Bielsa, exfutbolista y laureado entrenador argentino que actualmente dirige al Leeds United de la Premier League de Inglaterra. “La lógica que impera en el mundo es que los ricos sean más ricos a costa de que el resto sean más pobres”, reconoce.
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