Por Ricard Jiménez
Ayer finalizó en Portugal la campaña electoral para los comicios del próximo 24 de enero.
El contexto en el que se encuentra el país luso esboza la excepcionalidad global de forma trágica. Desde el pasado otoño la crisis sanitaria ha empeorado, trayendo consigo un impacto económico desfavorable, sobre todo para la clase trabajadora. Esto, sin duda, puede ser un hecho determinante a la hora de determinar el porcentaje de voto y su impacto. Sin embargo, una buena noticia para la democracia ha resultado el auge del voto anticipado, que permitirá preservar un mayor número de votantes. No obstante la baja participación podría motivar una segunda vuelta, a pesar de que los medios dan como claro ganador, incluso en la primera, a Marcelo Rebelo.
Las últimas jornadas, aunque la atmosfera recargada ya compungía tras la última votación de los últimos presupuestos estatales, han estado marcadas por un clima tenso, agudizado por el auge del ultraderechista Ventura, quien ha socavado en las disputas y rencillas políticas. La característica fundamental de los partidos del corte de Chega! es el enrarecimiento del espacio político.
Dentro de este marco los sondeos conceden a Rebelo de Sousa aproximadamente entre un 58 y un 62 por ciento de los votos mientras que, a gran distancia, Ventura se encuentra en situación de empate técnico (en torno a un 12, 13 por ciento) como segundo candidato más votado, codo con codo con la candidata Ana Gomes y cercano al 5% se situarían Bloque de Esquerda y PCP.
Uno a uno, el careo político en Portugal
Marcelo Rebelo da Sousa, el actual presidente y catedrático de Derecho constitucional, es una figura destacada de la política portuguesa, un perro viejo del quehacer entre bambalinas. Ex ministro a principios de los ochenta, líder de la derecha del país, del PSD, en los años 90 y reconocido a nivel mediático como comentarista político a principios de milenio. Se caracteriza por ser cercano a la población, campechano, adjetivo que utilizan en Catarsis Magazine para enlazar sus vínculos con todos sus lazos de amistad con la familia real española, «como herencia de las conexiones de Juan Carlos de Borbón con la villa de Estoril». No obstante este nexo con la élite tampoco es un hecho desconocido de Rebelo, quien fue apadrinado por la descendencia del dictador portugués António Salazar.
La otra figura con mayor recorrido en el ámbito político es la de Ana Gomes del PS, ex-diplomática internacional y con un papel preponderante como eurodiputada entre 2004 y el 2019. Su campaña, como en general toda su carrera, ha estado tintada de un cariz progresista, hecho que podría servir en una segunda vuelta para cooptar el voto de las distintas izquierdas del prisma político del país luso. A pesar de las discrepancias que existen con esta por su modelo de país. Una de sus mayores proclamas en campaña han sido el viraje hacia la descentralización del país.
Con un porcentaje de votos próximo, según los sondeos, estaría André Ventura, el polémico ultraderechista quien se dio a conocer como comentarista futbolístico, del Benfica en concreto y quien ha sido el primer diputado de extrema derecha en acceder al arco de la Asamblea de la República portuguesa tras el derrocamiento de la dictadura de Salazar. Su campaña política ha resultado ser un continuo ataque y referente de racismo y xenofobia, focalizado sobre todo en la comunidad gitana. Uno de sus puntos fuertes, que le ha hecho crecer en apoyos y desprecios, ha sido su recurrente invocación a la clase trabajadora portuguesa. Ante esto falta por ver la respuesta del pueblo luso, a pesar de que se espera un ligero repuntes del amparo a Ventura en sectores sociales depauperados.
Por otro lado, frente al auge de Chega! se encuentra el Bloque de Esquerda, con un termómetro opuesto al ultraderechista, ya que algunos de sus votos de 2016 podrían canalizarse hacia Gomes. El partido no ha arriesgado y presenta a quien ya consiguió un 10% en 2016, Marisa Matias. De ella quizá se haya hecho eco a nivel internacional los hastags y los labios pintados de rojo en repulsa al machismo en alza de la ultraderecha. Aún así, lejos de lo simbólico, su campaña electoral, ha pivotado en una acérrima defensa del Estado de Bienestar, haciendo énfasis en el Serviço Nacional de Saúde. Este ha sido un recurso ágil en tiempos de pandemia, con un sistema sanitario mermado desde los tiempos de la Troika. Fuera de este alegato por la salud, lo alegórico no ha servido al ‘bloque’ para articular una propuesta candidata relevante.
Otro de los inconvenientes con los que ha chocado el Bloque de Esquerda es con la propuesta del Partido Comunista Português (PCP) que apuesta per João Ferreira, un revulsivo para la imagen de un partido con filas envejecidas. Ferreira, a pesar de su juventud, es un militante respetado en el movimiento comunista portugués, aunque contra el biólogo de formación también se ha encontrado un punto poco rompedor y es que su campaña ha pivotado alrededor de la defensa constante de la Constitución de 1974 como estandarte de los derechos de la clase trabajadora. Esto ha tenido un doble filón, ya que algunos encuentran en la defensa de lo establecido en 1974 los recovecos y fallas del modelo actual.
Tras estos partidos previamente expuestos terminarían de conformar la Asamblea partidos como la Iniciativa Liberal (IL) con Tiago Mayan, que aboga por rebajar la fiscalidad portuguesa para convertir el país en una especie de Luxemburgo. Sus dirigentes provienen en su mayoría de la derecha, del PSD, y su campaña ha estado enfocada a la legalización de la eutanasia o el uso recreativo del cannabis. Este podría encontrar un fuerte respaldo en la clase empresarial de orillas del Duero; y por último Vitorino Silva, el calceteiro (profesión de quien coloca piedra a piedra el suelo portugués) que ya consiguiera un 3 por ciento en 2016. Ex candidato del reality Gran Hermano VIP y reconocido por su discurso ruralista y el romanticismo existencial.
Artículo original en Nueva Revolución
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