La arquitectura no es solo una cuestión de estética, es un reflejo de nuestra sociedad y de nuestra forma de pensar.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de crear espacios inclusivos y accesibles para todos. La arquitectura hostil, como se describe en este hilo de Twitter Joel Martin – El Chusmi, es un reflejo de una sociedad que se niega a abordar de manera seria el problema de la pobreza y el sinhogarismo.
En lugar de abordar las causas subyacentes de estos problemas sociales, la arquitectura hostil busca simplemente ocultar a las personas sin hogar y hacer que su presencia sea lo menos visible posible. Este enfoque es a corto plazo y no resuelve el problema a largo plazo.
Además, esta arquitectura hostil también puede tener graves consecuencias para las personas sin hogar. Al desalojarlos de los lugares en los que normalmente se refugian, se les expone a condiciones climáticas extremas y a un mayor riesgo de enfermedad y muerte.
Pero la arquitectura hostil no solo afecta a las personas sin hogar, también afecta a la sociedad en su conjunto. Al ocultar la pobreza y hacer invisible a las personas sin hogar, manipulamos nuestra percepción de la realidad y nos negamos el derecho a tener un espacio público accesible y habitado.
Este enfoque hacia la arquitectura hostil también tiene un impacto negativo en la calidad de vida de la sociedad. Al prohibir la utilización de los espacios públicos por ciertos grupos de personas, nos negamos a nosotros mismos la oportunidad de crear una comunidad más fuerte y unida.
Es hora de que como sociedad reevaluemos nuestra relación con la arquitectura y con las personas sin hogar. Debemos abandonar la arquitectura hostil y abogar por un enfoque más inclusivo que aborde las causas subyacentes del sinhogarismo y la pobreza.
La arquitectura no es solo una cuestión de estética, es un reflejo de nuestra sociedad y de nuestra forma de pensar. Debemos ser conscientes de esto y trabajar juntos para crear espacios inclusivos y accesibles para todos.
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