Sumisa con Israel, arrodillada ante Trump, desaparecida ante el pueblo europeo.
Ursula von der Leyen ha convertido la Comisión Europea en un apéndice vergonzante de Washington y Tel Aviv, mientras desatiende a la ciudadanía europea que sufre precariedad, guerras y crisis climática.
CÓMPLICE DE UN GENOCIDIO
La actual presidenta de la Comisión Europea no fue elegida por voto popular. Llegó a Bruselas en 2019 a través de un pacto opaco entre Merkel y Macron. Desde entonces, su legitimidad democrática ha sido tan débil como su moralidad internacional.
Mientras Gaza era arrasada, Von der Leyen viajó a Israel sin consultar con el Consejo Europeo ni con el Parlamento. Allí, en octubre de 2023, abrazó a Netanyahu y defendió el “derecho a defenderse” del Estado israelí, justo cuando comenzaban los bombardeos indiscriminados sobre población civil. Su visita fue criticada incluso por altos cargos comunitarios, pero ella no rectificó. Solo reforzó su papel de vocera de las potencias occidentales más belicistas.
En mayo de 2024, la Corte Internacional de Justicia ordenó a Israel detener su ofensiva en Rafah. Von der Leyen no solo ignoró la decisión, sino que siguió firmando acuerdos comerciales, tecnológicos y de defensa con Tel Aviv, mientras países como España, Irlanda o Bélgica exigían sanciones reales. Su Comisión se ha negado sistemáticamente a aplicar el artículo 2 del Acuerdo de Asociación UE-Israel, que permite suspender el pacto por violación de derechos humanos.
¿Cómo se llama a quien financia armas mientras se bombardean hospitales y se mata de hambre a miles de niñas y niños? Europa tiene un nombre: Ursula von der Leyen.
ENTREGADA A TRUMP Y AL COMPLEJO MILITAR
La rendición más reciente se produjo el 27 de julio de 2025. En una cumbre organizada con prisas, Von der Leyen aceptó un acuerdo que blinda el dominio estadounidense sobre la economía europea durante la próxima década.
Ante la amenaza de Trump de imponer aranceles del 15% a productos europeos, Von der Leyen ofreció 750.000 millones de dólares en compras de energía a EE.UU., y comprometió otros 600.000 millones en aumento de gasto militar para “reequilibrar” la relación transatlántica. Lo que en realidad ha hecho es hipotecar el futuro de las y los europeos para que la industria armamentística y energética norteamericana siga engordando sus beneficios.
Este nuevo “pacto” consolida lo que ya sabíamos: la Comisión Europea actúa como agente comercial del Pentágono y de Wall Street. La “defensa europea” de la que tanto hablan no es más que una excusa para comprar tanques y cazas a empresas como Lockheed Martin, mientras se recortan fondos para educación, vivienda o transición energética.
La sumisión de Von der Leyen al trumpismo económico es una amenaza directa al tejido social europeo. No solo por lo que se firma, sino por cómo se firma: sin debate público, sin transparencia, sin voto popular. Y a cambio de una falsa estabilidad que solo beneficia a las élites.
¿QUÉ EUROPA CONSTRUYE VON DER LEYEN?
Una Europa privatizada, militarizada y racista.
Bajo su mandato, la Comisión ha premiado a Hungría y Polonia con miles de millones, pese a violar derechos fundamentales. Ha blindado los muros fronterizos con tecnología de vigilancia de empresas como Frontex, y ha convertido el Mediterráneo en una fosa común.
Su Pacto Europeo de Migración y Asilo, aprobado en 2024, criminaliza el rescate de personas migrantes y externaliza la gestión de fronteras a regímenes como Túnez o Marruecos, que reciben millones por hacer el trabajo sucio. Es una versión moderna del colonialismo: Europa paga por no ver.
Mientras tanto, el Pacto Verde Europeo se ha vaciado de contenido. La presión de los lobbies agrícolas, automovilísticos y energéticos ha obligado a recortes vergonzosos en objetivos climáticos. La “transición justa” se ha convertido en una campaña de marketing sin impacto real. Teachers for Future y Fridays for Future lo han denunciado sin descanso.
¿Y qué hace Von der Leyen ante esta evidencia? Se presenta a la reelección en 2025, respaldada por una gran coalición de conservadores y liberales, pidiendo estabilidad mientras siembra desafección.
Von der Leyen no lidera Europa. La gestiona al servicio del imperio. Y quien gestiona la injusticia no es neutral: es cómplice.
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Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.
Ursula should be in jail the rest of her days
Hay que expulsarla del cargo a ella, y por cómplices a todos los jefes de gobierno europeos que la alcahuetan.
D’ont work for Europe! Justo for EEUU. Better if she goes to the States!