El silencio internacional perpetúa las injusticias contra Palestina
Tzipi Livni, exministra de Asuntos Exteriores de Israel y rostro visible de la ofensiva militar en Gaza de 2008-2009, sigue transitando por el panorama internacional sin rendir cuentas por las atrocidades cometidas. El próximo 26 de noviembre, está programada para hablar en una conferencia de la ONU en Portugal, un país que ha incorporado la jurisdicción universal en su marco legal. La pregunta no es solo por qué Livni no ha sido juzgada, sino cómo se sigue permitiendo que sea recibida en espacios internacionales mientras su historial está impregnado de crímenes de guerra y lesa humanidad.
Livni ha cancelado visitas previas a Reino Unido y Bélgica debido a intentos de las autoridades judiciales de emitir órdenes de arresto contra ella. En 2009, se documentaron extensamente los ataques desproporcionados del ejército israelí en Gaza, donde más de 1,400 personas murieron, muchas de ellas civiles, incluyendo cientos de niños y niñas, según informes de la ONU. Estos actos no son solo cifras en un informe; son una mancha indeleble en la conciencia internacional.
Portugal tiene una oportunidad única para demostrar que la justicia internacional no es selectiva ni cómplice. El país ha ratificado convenios internacionales que lo obligan a actuar frente a la presencia de personas responsables de crímenes graves. Si Portugal no toma medidas, enviará un mensaje claro: las leyes internacionales son papel mojado frente a los intereses geopolíticos.
EL SILENCIO INTERNACIONAL Y LA COMPLICIDAD DE LA ONU
La invitación a Tzipi Livni a un evento de la Alianza de Civilizaciones de la ONU es un acto de descaro que refleja una sistemática falta de accountability por parte de las Naciones Unidas. Mientras Livni pronuncia discursos en escenarios internacionales, millones de palestinas y palestinos sufren las consecuencias de un régimen de apartheid denunciado incluso por organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
La ONU, cuyo mandato incluye la protección de los derechos humanos, se convierte en cómplice al otorgar plataformas a quienes han dirigido operaciones de limpieza étnica. En su rol como ministra, Livni no solo supervisó las operaciones militares en Gaza, sino que promovió políticas de asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este, despojando a comunidades palestinas de sus tierras y derechos.
El Comité Nacional Palestino de BDS ha lanzado un llamado a boicotear este evento si Livni no es arrestada. La participación de figuras de alto nivel de la ONU, como Ilze Brands Kehris, en el mismo panel que Livni, pone en tela de juicio la seriedad con la que la ONU aborda su propia responsabilidad en la promoción de justicia y rendición de cuentas. Portugal debe preguntarse si quiere ser recordado como el país que permitió que una criminal de guerra participara en un foro que irónicamente busca fomentar la civilización y el entendimiento mutuo.
Portugal, al igual que otros países europeos, tiene en sus manos el deber moral y legal de detener esta inercia de impunidad. La comunidad internacional observa. La memoria de las víctimas de Gaza exige justicia, no discursos vacíos.
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