Aranceles del 125% a China, caos global y una tregua improvisada de 90 días: el expresidente juega con fuego y millones pagarán el precio
Donald Trump ha lanzado la mayor ofensiva comercial del siglo contra China mientras trata de calmar a los mercados con una tregua improvisada para el resto del planeta. El 9 de abril anunció una pausa de 90 días en los aranceles a todos los países que no hayan respondido a sus sanciones. A China, sin embargo, le impone una tasa del 125% a sus exportaciones, en lo que ya se califica como una escalada sin precedentes en la guerra comercial.
“La gente se estaba poniendo un poco nerviosa, estaban muy habladores”, dijo Trump a los periodistas, como si una recesión mundial fuera un simple berrinche de los mercados. Mientras tanto, China responde con aranceles del 84% a productos estadounidenses, y la Unión Europea aplicará sanciones del 25% a 23.000 millones de dólares en bienes de EE.UU. a partir del 15 de abril.
No es una estrategia. Es un disparate. Y lo están pagando las y los trabajadores, no los especuladores.
El efecto fue inmediato: el S&P 500 subió un 9,5%, el Nasdaq un 12,2% y el Dow Jones un 7,9% tras la promesa de tregua. Pero esa reacción bursátil es un espejismo. La pausa tiene fecha de caducidad y el caos ya ha sido desatado.
La Comisión Europea ha dejado claro que los aranceles estadounidenses “causan daño económico a ambos lados del Atlántico y al sistema global”. Y desde el Ministerio de Finanzas chino denuncian que la nueva medida estadounidense “viola las reglas del comercio multilateral”.
MULTINACIONALES EN PÁNICO, RECESIÓN EN MARCHA
La respuesta desde dentro de Estados Unidos no es mejor. Walmart ya ha advertido que sus beneficios se volverán impredecibles y Delta ha retirado sus previsiones para 2025, anticipando una caída de la demanda. Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, señaló que “una recesión es un resultado probable” si continúa esta locura arancelaria.
Pero Trump sigue a lo suyo. En un mitin privado afirmó: “Sé lo que estoy haciendo. Vosotros también lo sabéis. Por eso me votáis.” No. Lo que sabe es cómo convertir un desacuerdo comercial en un incendio global. Y lo que sabemos nosotros es que esto lo pagarán las enfermeras de Ohio, las agricultoras de Shandong, las obreras textiles de México y las autónomas de Burgos.
Trump también amenazó con imponer nuevos aranceles a medicamentos importados. Sí, jugar con la salud para ganar votos. En un país donde la insulina es inaccesible para millones, esa amenaza no es estrategia. Es sadismo.
No hay coherencia, ni plan, ni diplomacia. Solo una mezcla peligrosa de improvisación, populismo y testosterona económica.
Mientras Reino Unido negocia a ciegas, sin saber si el arancel del 10% a sus productos se mantendrá o si el del 25% a los coches se podrá rebajar, la Unión Europea afila las represalias. Y China ha declarado que esto no quedará sin respuesta.
La administración Trump habla de “defender a las y los estadounidenses de a pie”, pero los únicos que están celebrando son los especuladores bursátiles. Lo demás es humo. El mundo no puede sobrevivir a una economía manejada por alguien que actúa como si fuera su casino personal.
Trump no sabe lo que hace. Y lo que hace, lo hacemos todas y todos: lo pagamos.
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