Lejos de la diplomacia convencional, esta investidura se convierte en una declaración política que refuerza alianzas ultraderechistas en todo el mundo.
La lista de invitados a la investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero refleja no solo su estilo político, sino también su visión global. Tradicionalmente, estas ceremonias son eventos centrados en el público local, con la asistencia protocolaria de diplomáticos extranjeros como una cortesía. Sin embargo, Trump ha roto este molde al invitar a una amplia gama de líderes políticos y figuras públicas, muchos de ellos provenientes del espectro político de la ultraderecha.
Entre los nombres destacados se encuentran el presidente argentino Javier Milei y la primera ministra italiana Giorgia Meloni, ambos conocidos por su retórica populista y nacionalista. La presencia de figuras como Nigel Farage, defensor del Brexit, o Éric Zemmour, político francés de extrema derecha, subraya una línea ideológica clara. Lejos de la diplomacia convencional, esta investidura se convierte en una declaración política que refuerza alianzas conservadoras en todo el mundo.
Mientras que líderes del centro político europeo, como Ursula von der Leyen, han sido excluidos, otros, como Santiago Abascal de Vox en España y Mateusz Morawiecki, ex primer ministro polaco, han sido bienvenidos. Esto pone de manifiesto un patrón: los invitados no solo comparten afinidades políticas con Trump, sino que han demostrado su lealtad mediante declaraciones públicas de admiración o apoyo a su figura.
POPULISMO, NACIONALISMO Y NEGOCIOS: LA NUEVA COALICIÓN
La asistencia de figuras de peso como Viktor Orbán, quien aunque no estará presente ha recibido la invitación, y el interés de China en enviar representantes de alto nivel, muestran un equilibrio entre los populismos nacionalistas y las necesidades geopolíticas. Aunque Xi Jinping no asistirá personalmente, el envío de representantes como Wang Yi subraya la importancia estratégica de mantener las relaciones con una administración que ya ha mostrado su voluntad de utilizar aranceles y acuerdos comerciales como armas políticas.
La inclusión de líderes como Jair Bolsonaro, incluso en ausencia, y figuras empresariales como Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, añade otra capa a esta narrativa. El evento no solo refleja una consolidación ideológica, sino también un intento de integrar el poder económico y político en una alianza que priorice el autoritarismo disfrazado de pragmatismo.
En contraste, las ausencias de Marine Le Pen y su protegido Jordan Bardella son igual de significativas. A pesar de su afinidad ideológica, su exclusión resalta la estrategia selectiva de Trump: esta es una plataforma para quienes han demostrado una lealtad activa y explícita, no para quienes han permanecido al margen o han evitado un apoyo incondicional.
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