Skellefteå tiene escuelas, puentes, aparcamientos y uno de los edificios más altos del mundo de madera: la ciudad sostenible del futuro.
Skellefteå es una localidad en el norte de Suecia, capital del municipio homónimo, en la provincia de Västerbotten. Posee una población de 32 772 habitantes, según el censo del 2010. Podría ser una ciudad más, pero este lugar es un tanto especial por un detalle: la madera.
Si aterrizas en el aeropuerto de Skellefteå te recibe una torre de control de tráfico aéreo de madera que surge de un bosque interminable de pinos y abetos. Un autobús de biogás te llevará hasta la ciudad, formada por bloques de apartamentos de madera y escuelas de madera, cruzarás un puente de madera y pasarás por un parking de madera formado por varios pisos, antes de finalmente llegar al centro, donde podrás ver uno de los edificios de madera más altos del mundo.
“No somos los talibanes del bosque”, dice Bo Wikström, de la agencia de turismo de Skellefteå, a The Guardian, mientras conduce a un grupo de visitantes en un “safari por el bosque” de sus edificios. “Se permiten otros materiales”, pero, ¿es necesario construir otra cosa, cuando todo te lo da la naturaleza que tienes a tu alrededor?
Una ciudad con futuro
Lo que puede parecer de primeras una ciudad anclada en el pasado por la elección de su material dominante, es, en realidad una ciudad con y de futuro. Skellefteå funciona con energía 100% renovable (y de propiedad municipal) a partir de energía hidroeléctrica y eólica, y recicla 120.000 toneladas de desechos electrónicos al año, y el exceso de calor del proceso se devuelve al sistema de calefacción de toda la ciudad.
Con una altura de 20 pisos por encima de la media de la ciudad, Skellefteå tiene un monumento apropiado a lo que expone en sus calles: el Sara Cultural Center y el Wood Hotel son ejemplo de lo que se puede hacer con la madera y almacenar alrededor de 9.000 toneladas de carbono de la atmósfera en el proceso.
Asimismo, en sus afueras se está construyendo la fábrica de baterías más grande de Europa. La próxima generación de baterías para vehículos eléctricos no solo se producirá aquí, sino que también se reciclará.
Una idea exportable
Esta de madera puede parecer una novedad única en un escenario concreto, pero los arquitectos enfatizan que el mismo proceso podría replicarse en cualquier lugar, a muchos cientos de millas de un bosque.
“Actualmente estamos estudiando hasta dónde podríamos transportar este edificio sin deshacer el ahorro de carbono”, dice Robert Schmitz de White Arkitekter al medio. “Creemos que probablemente podría dar la vuelta al mundo dos veces y seguir siendo carbono neutral”, señalan.
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