La organización ultracatólica enfrenta la exigencia inmediata de León XIV de reformar sus estatutos mientras avanza en Argentina una causa judicial por trata y explotación de mujeres
La tregua apenas duró tres semanas. El Opus Dei había logrado frenar el Congreso mundial que debía renovar su estructura interna alegando luto por la muerte de Francisco, pero el nuevo pontífice no ha tragado con la maniobra. León XIV ha sido directo: la reforma de los estatutos no se pospone más. El mensaje fue transmitido cara a cara al español Fernando Ocáriz y al argentino Mariano Fazio, líderes máximos de la organización, en una de las primeras audiencias privadas del nuevo Papa.
La reunión no figuró en la agenda vaticana con detalle. Fue el Opus Dei quien intentó marcar el tono, desobedeciendo la degradación dictada por Bergoglio en 2022 al seguir llamando “prelado” a Ocáriz, cuando su rango fue oficialmente rebajado a “moderador” mediante motu proprio. Un gesto de soberbia institucional que retrata el pulso de poder con Roma.
Esa reforma, que debía adaptar los estatutos fundacionales redactados por José María Escrivá de Balaguer, fue exigida después de que el Papa Francisco degradara al Opus Dei en la jerarquía de la Iglesia. Dos borradores fueron rechazados por el anterior pontífice por no cumplir con los estándares mínimos de transparencia y justicia interna. El tercero debía presentarse justo cuando murió Bergoglio. El Opus aprovechó el momento para congelarlo todo con una excusa piadosa: el luto.
Pero desde dentro de la organización, hay voces hartas. Una numeraria española de larga trayectoria reconoce que “muchas cosas ya no pueden seguir funcionando como hasta ahora” y denuncia que la rama femenina jamás fue consultada en el proceso de reforma. No es un desliz: es la norma.
UNA CAUSA JUDICIAL QUE DESNUDA LA ESTRUCTURA DEL HORROR
Mientras el Vaticano endurece el tono, la Justicia argentina reabre la causa más grave en la historia del Opus Dei. El caso, que investiga a la organización por trata de personas y esclavitud moderna, acusa a sus jerarcas de haber explotado durante décadas a 43 mujeres en condiciones inhumanas.
El juez Daniel Rafecas, que retomó la investigación tras el parón de 2024, ha reactivado las indagatorias tras una nueva declaración en cámara Gesell de la denunciante principal: M.I.E., quien relató cómo pasó 31 años como “mucama” sin sueldo, bajo votos de obediencia, celibato y pobreza, sirviendo a sacerdotes de élite. Entre ellos, al propio Mariano Fazio, actual número dos mundial del Opus y figura clave en Roma.
La causa, impulsada por la fiscalía especializada en trata (PROTEX) y el fiscal Jorge Taiano, había solicitado en 2024 la indagatoria de tres exvicarios regionales y del director de la rama femenina, el sacerdote Gabriel Dondo. Todos ellos acusados de beneficiarse directamente de una estructura de servidumbre religiosa disfrazada de vocación.
El caso fue también denunciado ante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y fue ese informe el que empujó a Francisco a actuar. El miedo en Roma no era solo al escándalo argentino, sino a su posible réplica en México, Chile, Colombia o España, donde ya han comenzado a emerger testimonios similares, como reveló la periodista María Laura Chang, una de las primeras en destapar el caso.
Lo que se juzga no es solo una época ni un abuso aislado, sino el modelo de captación, sometimiento y explotación sistemática que define la relación del Opus Dei con sus miembros más vulnerables: mujeres, pobres, solteras y sin red.
Aun así, la cúpula se resiste. En su única nota pública tras la reunión con León XIV, el Opus Dei insistió en su versión edulcorada: “Fue un encuentro breve, en el que el Papa manifestó su cercanía y su cariño”. Silencio absoluto sobre las reformas. Cero mención a la causa judicial. Ninguna referencia a las víctimas.
No hay reforma sin presión. No hay justicia sin denuncia. Y no hay Iglesia sin vergüenza mientras esto siga ocurriendo.
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buena película os habéis montado, refrita de otras fuentes