Nael Barghouti: el prisionero político que sobrevivió 45 años en cárceles israelíes, liberado al fin
Un testimonio de resistencia frente a la maquinaria de represión israelí
Nael Barghouti ha vuelto a pisar suelo libre tras pasar 45 años en cárceles israelíes, convirtiéndose en el prisionero político que más tiempo ha pasado encarcelado en el mundo. Su liberación, resultado de un acuerdo de intercambio entre Israel y Hamás, llega con la amarga condición del exilio, una práctica habitual del régimen israelí para borrar la identidad y el arraigo de quienes han luchado por la causa palestina.
Barghouti fue arrestado por primera vez en 1977, cuando tenía solo 20 años. Su condena a cadena perpetua fue reinstaurada en 2014 después de haber sido liberado en el acuerdo de 2011 por el soldado israelí Gilad Shalit. Israel violó ese pacto y lo devolvió a prisión sin pruebas nuevas, en un ejercicio de castigo colectivo que ilustra la impunidad con la que actúa la ocupación.
Mientras las cárceles israelíes continúan albergando a miles de prisioneros palestinos, Barghouti se ha convertido en un símbolo de resistencia. Su historia no es un caso aislado, sino una muestra del sistema de detención arbitraria y represión masiva que Israel impone sobre el pueblo palestino.
EL SISTEMA CARCELARIO ISRAELÍ: UNA HERRAMIENTA DE DOMINACIÓN
La liberación de Barghouti pone nuevamente sobre la mesa el uso sistemático de la prisión como arma de guerra contra la población palestina. Actualmente, más de 8.000 palestinos y palestinas permanecen en prisiones israelíes, incluidos niñas y niños, periodistas, activistas y personas sin cargos ni juicio, retenidos bajo la figura de la “detención administrativa”.
La detención administrativa permite que cualquier persona sea encarcelada indefinidamente sin cargos ni juicio. Según la organización Addameer, especializada en derechos de los prisioneros palestinos, más de 2.000 personas están en esta situación, en un sistema que no busca justicia, sino neutralizar cualquier forma de disidencia.
Los prisioneros y prisioneras palestinas sufren torturas, aislamiento, negligencia médica y tratos inhumanos. La ONU y diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado estas prácticas, pero la comunidad internacional sigue sin imponer sanciones reales a Israel. El caso de Barghouti es solo un ejemplo de esta brutalidad institucionalizada.
EL EXILIO COMO NUEVA SENTENCIA
La excarcelación de Nael Barghouti no significa su verdadera libertad. Israel le ha impuesto la condición de no regresar a su tierra, una táctica que busca desarraigar a las y los palestinos y fragmentar su lucha. Su esposa, Iman Nafi, no ha podido reunirse con él porque las autoridades israelíes le impiden salir de Cisjordania. Es un castigo adicional, una venganza contra quienes han dedicado su vida a la resistencia.
En su primer discurso tras ser liberado, Barghouti dejó claro que su encarcelamiento no había quebrado su espíritu. “Nos negaron la libertad, pero no pudieron matar nuestra determinación de romper las cadenas”, declaró.
Mientras el mundo observa la injusticia que ha marcado su vida, miles de palestinos y palestinas siguen tras los barrotes, muchos sin juicio, otros con condenas impuestas por un tribunal militar ilegítimo. La prisión de un pueblo entero no es un accidente ni una medida de seguridad: es el mecanismo con el que Israel mantiene su ocupación y sofoca la resistencia.
Nael Barghouti ha salido de la cárcel, pero Palestina sigue siendo una prisión a cielo abierto.
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Los nazisionistas son el fiel reflejo del síndrome de Estocolmo, y como alumnos aventajados del horror humano, nos demuestran que pensábamos que los campos de concentración eran una realidad del siglo pasado.
A la diferencia que hoy vemos que los genocidas son los buenos, todos los apoyan , los alaban, porque el temor a la dictadura internacional de los lobbys sionistas es más vigente que nunca .
Cuando en unos años veamos como los hijos de los martyres palestinos cojan las armas y empiezen con su reajuste de la realidad ,eliminando uno a uno los sádicos asesinos sionistas.que no venga nadie a llorar , yo por mi parte aplaudiré.
Salud y anarkia