Cuando la televisión convierte la ignorancia en espectáculo y la indiferencia en virtud
EL SHOW DE LA NEUTRALIDAD: LA IDEOLOGÍA DE LOS QUE COBRAN POR “NO TENER IDEOLOGÍA”
Hay quien todavía confunde la televisión con el periodismo. Nacho Abad, por ejemplo. Su programa En boca de todos se presenta como un espacio de actualidad, pero se parece más a un cruce entre Cuarto Milenio y Sálvame del negacionismo. Lo decía Roberto Sotomayor y tenía razón: Cuatro se ha convertido por derecho propio en el canal más estúpido de la parrilla televisiva.
Cuatro se ha convertido por derecho propio en el canal más estúpido de la parrilla televisiva.
— Roberto Sotomayor 🔻 (@RbSotomayor) September 24, 2025
Aquí Javi Poves, que dice que la Tierra es plana, y Elisa Mouliaá explicándonos que nos "fumigan". Con un Nacho Abad permitiendo esta putísima mierda.Porque hay que llamarlo así,claro pic.twitter.com/5mGFeNm5f2
El último episodio fue una joya. El periodista, con su sonrisa condescendiente, preguntó al secretario general de Podemos en Castilla y León, Pablo Fernández, cuál era el periódico más vendido en su kiosko. Lo hacía con ese tono entre el sarcasmo y el clasismo del que cree que trabajar de cara al público te resta legitimidad política. La respuesta de Fernández, sin embargo, fue una lección: “El más vendido era El Diario de León, propiedad de un empresario condenado por la trama Gürtel.”
Nacho Abad, con una pregunta que parecía inocente y de buen rollo pero cargada de clasismo, le preguntó a Pablo Fernández cuál era el periódico que más se vendía en su kiosco. La respuesta lo dejó fuera de juego: pic.twitter.com/lIsIMNFGX0
— IamRGR (@IamRGR1) October 22, 2025
Abad, pillado fuera de juego, solo acertó a despedirse con un “eres listo, que me cuelas el mensaje siempre”. Como si la corrupción fuera un tema menor, una cuestión de estilo, algo de lo que mejor no hablar si no vas a ser neutral. Ese es el estilo En boca de todos: hablar de todo sin decir nada, disfrazar el cinismo de imparcialidad, fingir debate donde solo hay ruido.
DE LA TRANSFOBIA A LA ANTIPOLÍTICA: EL NEGOCIO DE LA IGNORANCIA
No era la primera vez. Hace semanas, el mismo programa decidió darle espacio a un supuesto “primer sindicato de policías trans no normativos”. En realidad, un montaje ideado por ultras para reírse de las personas trans en directo. Una burla disfrazada de actualidad que Nacho Abad presentó como si fuera un avance social.
Esto que acaba de hacer Nacho Abad en @cuatro es INACEPTABLE.
— Roberto Sotomayor 🔻 (@RbSotomayor) January 30, 2025
Digno de ser despedido de la cadena. Qué asco. pic.twitter.com/HXrXaJrZeM
No era casualidad, era guion. El sensacionalismo necesita monstruos y burlas para mantener la audiencia. Y si no los hay, se inventan. En boca de todos funciona así: la mentira primero, la rectificación nunca. Y mientras tanto, se perpetúa el odio y se normaliza el desprecio.
Pero lo más grave llegó con la apoteosis del vacío: Javi Poves, un invitado habitual, proclamando que “no tiene ideología”, que da igual ser azul, rojo o verde, que todos son iguales desde que murió Franco. Frente a él, Sara Santaolalla, con una claridad que desarma, recordó algo que parece radical en estos tiempos: no tener ideología no es ser libre, es ser funcional.
“Bendita ideología defender los DD.HH. y a trabajadores y no a necios como tú, representante de terraplanistas”
— 𝗠𝗮𝗿𝗶𝗮 𝗟𝗔𝘁𝗮𝘁𝘂𝘀 💫 (@maria_latatus) October 21, 2025
— Sarah SantaOlalla (@SarahPerezSanta)
Su ZASCA al deforestado mental y machirulo Javi Poves, se oye ya fuera del Sistema Solar, Marcos Llorente
▶️ #EnBocaDeTodos21O pic.twitter.com/yREe2XymnZ
Ahí está el truco. Nos venden la neutralidad como inteligencia, la apatía como madurez, el “yo paso” como una forma de lucidez. Pero lo que hay detrás es otra cosa: el triunfo de la antipolítica.
Porque cuando crees que “todos son iguales”, que “no se puede hacer nada”, dejas de hacer.
Y cuando dejas de hacer, el poder gana.
“Yo solo pregunto”, dice Abad. Pero siempre pregunta a los mismos y desde el mismo lado.
Esa es su ideología: la del servilismo rentable. La del periodista que cobra por blanquear el cinismo, por dar espacio a la transfobia, por simular equidistancia ante el fascismo.
Decir que no tienes ideología mientras cobras en televisión por repetir el discurso de los poderosos es tener ideología. Pero una ideología cobarde.
La ideología de quien nunca tuvo que pelear un alquiler, ni un despido, ni una lista de espera en el hospital.
La ideología de quien mira el incendio desde la terraza y dice: “yo soy neutral”.
Tener ideología no es fanatismo. Es tener brújula. Es saber dónde estás y hacia dónde no quieres volver.
Y si defender derechos humanos, feminismo o sanidad pública te convierte en “radical”, bendito radicalismo.
El periodismo no es neutral. O estás con la verdad o estás con el poder.
Y Nacho Abad eligió hace tiempo el lado equivocado.
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