Miles de andaluzas y andaluces llenan Sevilla para decirle al Gobierno: la vida no puede esperar.
UNA MAREA CONTRA EL ABANDONO SANITARIO
Lo que el Gobierno andaluz intentó reducir a un “error administrativo” se ha convertido en un terremoto político y social. Este domingo, miles de personas tomaron las calles de Sevilla y rodearon el Palacio de San Telmo al grito de “Nuestra vida no puede esperar”. No era una manifestación más. Era la respuesta masiva de una ciudadanía harta de que la salud pública se gestione con excusas, con improvisación y con desprecio.
La imagen fue contundente: lazos rosas, pancartas, lágrimas y rabia frente al edificio donde se decide quién vive y quién espera. Mujeres afectadas por los fallos en el programa de detección precoz del cáncer de mama compartieron sus historias ante una multitud que no se movió ni un metro. En los balcones de Sevilla se aplaudía. En las ventanas del poder se escondían.
Ángela Claverol, presidenta de Amama Sevilla, lo resumió con la precisión que solo permite el dolor: “La supervivencia política no puede estar por encima de la humana.”
Sus palabras abrieron una jornada que fue más un juicio moral que una protesta. En la primera fila, Anabel —una mujer a la que nunca avisaron de que su mamografía era dudosa— relató cómo el 15 de octubre le extirparon un pecho. No fue un accidente, fue consecuencia de un sistema que decidió ahorrar tiempo y dinero a costa de la vida de las mujeres.
Desde que Amama Sevilla destapó el escándalo, más de 2.300 mujeres han sido identificadas como afectadas. De ellas, el 90% estaban bajo seguimiento en el Hospital Virgen del Rocío. Durante meses no fueron llamadas a revisión. Algunas ya padecen cáncer avanzado. El silencio institucional duró hasta que el escándalo ocupó portadas. Solo entonces, el Gobierno de Juanma Moreno reaccionó. Y lo hizo con marketing.
SAN TELMO, EPICENTRO DE UNA VERGÜENZA
La dimisión de la consejera de Salud, Rocío Hernández, no bastó. La indignación ya no se detiene con gestos simbólicos. El traspaso de competencias al consejero de Presidencia, Antonio Sanz, fue leído como lo que es: un intento de control político y no sanitario. Sanz anunció un plan de choque de 12 millones y, días después, otro de 100 millones. Pero la calle no se dejó engañar. Porque las cifras no curan, la transparencia sí.
Entre los cánticos, se escuchaba una consigna que condensaba todo:
“No somos números, somos vidas.”
Cada vez que la repetían, las miradas se dirigían hacia San Telmo. No había odio, sino algo mucho más peligroso para el poder: convicción. La convicción de que la sanidad pública es un derecho, no un favor. Y de que la negligencia institucional no se tapa con titulares.
El gobierno de Moreno Bonilla ha preferido responder con tecnicismos, hablar de “BI-RADS 3” o “procesos asistenciales”. Pero detrás de esos códigos hay diagnósticos perdidos, citas retrasadas y mujeres que ya no están.
La Junta hace luz de gas, la oposición exige explicaciones, y el pueblo exige justicia.
La marea rosa que cubrió Sevilla no fue una protesta coyuntural. Fue una enmienda colectiva a la política de la indiferencia. Andalucía ha dicho basta a los recortes, a la externalización, al desdén institucional. Ha dicho basta al cinismo de quienes llaman “eficiencia” a la precariedad y “modernización” a la privatización.
Cuando terminó la concentración, las mujeres no se fueron derrotadas. Se fueron organizadas. Porque entendieron que el abandono no es un error: es un modelo.
Y frente a ese modelo, la respuesta fue clara, serena y poderosa:
La vida no puede esperar. La rendición política, tampoco.
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Bonilla carapan,vamos a borrarte está sonrisa falsa, nos estás matando , Bonilla dimisión!!!! La ira que hay en la calle va a empujarte al hoyo, y que te pudras ahí con tus aliados de Vox, por basura humana ,al servicio del capitalismo depredador.
Bonilla vamos a por ti ,y lo vamos a conseguir por las buenas o por las malas.
Salud y anarkia