Las soluciones temporales que hoy implementan las empresas no pueden ser la norma en una sociedad que aspira a la equidad y el bienestar de todas y todos sus ciudadanos.
La crisis de vivienda en Irlanda ha alcanzado un punto tan crítico que las empresas se están viendo obligadas a intervenir, adquiriendo propiedades para sus empleados. Este fenómeno, que puede parecer insólito, refleja la magnitud del problema habitacional en el país. Con costos de vivienda entre los más altos de la Unión Europea, y salarios en el sector servicios que no pueden competir con los del inflado sector multinacional, las y los trabajadores enfrentan una lucha diaria por encontrar un lugar asequible donde vivir.
La situación ha llevado a empresas de todos los sectores a tomar medidas extremas. Por ejemplo, Ryanair Holdings Plc confirmó la compra de 25 casas para su personal a principios de este año. Este movimiento, reportado inicialmente por Business Post, subraya la gravedad de la situación. Por otro lado, el grupo hotelero de lujo Killarney Hotels Collection también ofrece viviendas subsidiadas para sus futuros empleados.
LAS EMPRESAS COMO NUEVAS CASERAS
El problema de la vivienda en Irlanda no es un fenómeno reciente. La década posterior al colapso de 2008 fue devastadora para la construcción de viviendas en el país. La paralización de nuevas construcciones, sumada a las restricciones de planificación, cuellos de botella en el suministro y una población en rápido crecimiento, ha dejado a la economía irlandesa cerca de su capacidad máxima.
Musgrave, un mayorista de alimentos que emplea a más de 40,000 personas, tiene alrededor de 50 propiedades disponibles para su personal, aunque posee menos de 10 de estas propiedades, según fuentes cercanas a la empresa. De manera similar, Windmill Healthcare, un grupo de hogares de cuidado, alquila 28 propiedades para sus más de 550 trabajadores, y ese número sigue en aumento. Louise O’Sullivan, gerente de marketing del grupo, comentó a Bloomberg News sobre la creciente necesidad de estas soluciones habitacionales.
Grainne Henson, directora del sector salud del Banco de Irlanda, mencionó que muchas operadoras, desde pequeños hogares de ancianos hasta grandes grupos, se ven obligadas a alquilar o comprar propiedades para sus empleados. Esta situación está convirtiendo a las empresas en «caseras reticentes», añadiendo una carga más a su gestión.
SOLUCIONES INSUFICIENTES Y RETRASOS POLÍTICOS
En un esfuerzo desesperado, empresas como Supermacs han gastado hasta 7 millones de euros en la compra de viviendas para su personal, según reportó RTE en mayo. Incluso Atlantic Aviation Group en Shannon, Irlanda, ha habilitado 36 habitaciones con baño para sus empleados.
Para el electorado y las empresas, este es un punto de gran controversia. Gabriel Makhlouf, gobernador del banco central de Irlanda, mencionó que varias grandes empresas están comprando propiedades para sus empleados, indicando que esta problemática es un freno material para el crecimiento y la operación de muchas compañías.
Aunque el suministro de viviendas está comenzando a aumentar, esto ocurre justo antes de las elecciones que deben celebrarse antes de marzo de 2025. En 2023 se completaron casi 33,000 nuevas viviendas, más del doble de las construidas en 2017, pero aún no es suficiente. La Comisión de Vivienda estima que, según el censo de 2022, el déficit habitacional oscila entre 212,500 y 256,000 viviendas.
Esta situación no es precisamente la mejor imagen para la campaña de Irlanda por atraer inversión extranjera directa, una campaña que se ha apoyado en gran medida en su atractiva tasa impositiva corporativa.
LA RESPUESTA GUBERNAMENTAL: PROMESAS Y LEGISLACIÓN
El gobierno ha prometido suministrar un promedio de 33,000 unidades al año durante la próxima década. Aumentar la oferta de viviendas fue una de las promesas clave del primer ministro al asumir el cargo en abril. Además, el parlamento está ratificando una ley de planificación que, según la industria inmobiliaria, podría solucionar un sistema a menudo burocrático y lento.
Fergal O’Brien, director ejecutivo del grupo empresarial Ibec, señaló que «los problemas de vivienda no son únicos de Irlanda, pero han estado causando considerables desafíos para las empresas en los últimos años». Esto complica una serie de cuestiones en las relaciones laborales, dejando a algunas empresas sin otra opción más que convertirse en proveedoras de vivienda.
La situación actual exige no solo medidas urgentes y efectivas por parte del gobierno, sino también una reevaluación de las políticas de planificación y desarrollo. Es inaceptable que en un país que busca posicionarse como un destino atractivo para la inversión extranjera, las y los trabajadores deban depender de la buena voluntad de sus empleadores para tener un techo sobre sus cabezas.
Irlanda debe abordar esta crisis con la seriedad y urgencia que merece, reconociendo que un hogar no es un lujo, sino un derecho fundamental. Las soluciones temporales que hoy implementan las empresas no pueden ser la norma en una sociedad que aspira a la equidad y el bienestar de todas y todos sus ciudadanos.
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