Ahmadreza Radan, el Comandante en Jefe de Irán, subrayó el uso de cámaras de vigilancia como Faraja para «garantizar la seguridad» y controlar a las mujeres que rechazan el hijab obligatorio.
El escenario iraní de derechos humanos recientemente ha estado cargado de nuevas sombras tecnológicas. La introducción de la nueva ley «Hijab and Chastity» se ha convertido en un garrote, apoyado por inteligencia artificial y tecnologías de reconocimiento facial para oprimir aún más a las mujeres que ya luchan contra estrictas regulaciones de vestimenta.
LA VIGILANCIA TECNOLÓGICA: UNA EXTENSIÓN DE LA OPRESIÓN
El hecho de que Irán esté ahora intentando instrumentalizar la tecnología para castigar a las mujeres que no cumplen con las estrictas normas del hijab es, en sí mismo, alarmante. Con un año desde el levantamiento «Mujer, Vida, Libertad», la situación en Irán parece empeorar, no mejorar.
La ONG ARTICLE 19 ha destacado reiteradamente los peligros de tales tecnologías, que en manos de un régimen que ha sido acusado por la ONU de «crímenes contra la humanidad», son aún más amenazantes. La posición es clara: debe haber una moratoria en el desarrollo de tecnologías de reconocimiento facial y biometría, pues atentan directamente contra los derechos humanos internacionales. Las empresas detrás de esta tecnología también deben ser responsabilizadas.
Azam Jangravi, analista de seguridad de la información y activista por los derechos de las mujeres, se destaca entre las voces críticas. Reconocida como una de las «Chicas de la Calle de la Revolución», fue una de las primeras en quitarse el hijab en señal de protesta en 2018.
Desde el movimiento «Mujer, Vida, Libertad», las mujeres han sido el rostro principal del desafío a las leyes discriminatorias, en especial el hijab obligatorio. A este desafío, Irán ha respondido con una creciente represión tecnológica. Cierres de establecimientos, detenciones y multas han aumentado en respuesta a esta desobediencia civil.
En medio de esta situación, Ahmadreza Radan, el Comandante en Jefe de Irán, subrayó el uso de cámaras de vigilancia como Faraja para «garantizar la seguridad» y controlar a las mujeres que rechazan el hijab obligatorio. Pero, ¿cuál es la real capacidad de estas herramientas tecnológicas?
DESVELANDO EL VELO DE LA TECNOLOGÍA
El reconocimiento facial, en su esencia, se encarga de identificar y analizar características faciales específicas. Pero ¿cuál es la precisión real de esta herramienta en el contexto iraní? Aunque los medios estatales han mostrado la tecnología en acción, las preguntas sobre su precisión y fiabilidad siguen siendo un enigma.
Expertos en la materia, como Ahmed Ahmadian, sugieren que aunque la amenaza de usar estas cámaras para vigilar a las mujeres tiene un fuerte impacto psicológico, las verdaderas capacidades tecnológicas del gobierno iraní pueden no estar a la altura. Azari Jahromi, anterior Ministro de Comunicaciones, cuestionó la eficacia de estos esfuerzos, sugiriendo que su vulnerabilidad se haría evidente eventualmente.
Los antecedentes de proyectos tecnológicos en Irán tampoco inspiran confianza. Basta recordar el proyecto de «filtrado inteligente» durante la presidencia de Hassan Rouhani. Si bien intentaba censurar contenido específico en línea, el proyecto fue ineficaz y costoso, un gasto de aproximadamente 59 millones de dólares sin resultados claros.
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