La hipocresía occidental: 20 meses de genocidio televisado, 75 años de impunidad estructural
UNA GUERRA EXHIBICIONISTA QUE NO ESCONDE SU SED DE EXTERMINIO
Benjamín Netanyahu ya no finge que bombardea en defensa propia. Ahora presume de hacerlo. Se acabaron los eufemismos. Se acabó eso de “daños colaterales”. El ejército israelí masacra a civiles palestinos a plena luz del día, sin esconderse, y sus portavoces políticos lo enuncian con una claridad que hiela el alma. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, lo ha dejado meridianamente claro: llevan año y medio destruyendo Gaza “a un nivel sin precedentes”, y “el mundo aún no nos ha parado”. No es un lapsus. Es una estrategia. Y no, no les vamos a parar, porque los gobiernos occidentales están más ocupados justificando sus inversiones armamentísticas que defendiendo el derecho internacional.
Smotrich no es un radical marginal. Es parte del Ejecutivo israelí. Lo que dice no son desvaríos: son doctrina oficial. Una doctrina que ya no se molesta en disimular que lo que persigue es una limpieza étnica. El modelo no es la paz, sino el reemplazo. La desaparición sistemática del pueblo palestino de su tierra. Y para eso cuentan con una maquinaria de guerra alimentada por contratos multimillonarios con Europa, EE.UU. y empresas privadas que hacen caja mientras Gaza arde.
Desde octubre de 2023 hasta mayo de 2025, más de 36.000 personas han sido asesinadas. Más del 70% son mujeres, niñas, niños y personas mayores. El 90% de la población gazatí ha sido desplazada. Una franja de tierra convertida en campo de tiro, sin agua potable, sin hospitales, sin prensa libre. La comunidad internacional responde con la indignación medida del que sabe que no moverá un dedo.
EUROPA Y EE.UU.: EL SHOW DE LA DOBLE MORAL Y LOS TITULARES VACÍOS
Mientras Israel desplegaba cinco divisiones en Gaza con la operación “Carros de Gedeón”, el Gobierno español se daba golpes en el pecho. Dicen que no comercian con Estados genocidas. Pero hasta esta misma semana, no se había tramitado ninguna ley que prohibiera explícitamente la compraventa de armas con Israel. Solo declaraciones. Solo titulares. Solo moral de escaparate. Como si los proyectiles lanzados sobre hospitales vinieran firmados por otro ministerio.
Y no es un caso aislado. Reino Unido se apunta al teatro. Con un comunicado que califica de “monstruosa” la ofensiva israelí, pero sin romper relaciones, sin suspender contratos vigentes, sin cerrar embajadas. Solo prometen no negociar un tratado de libre comercio que ya estaba congelado antes de la matanza de Rafah. En paralelo, la Unión Europea se saca de la manga una revisión del acuerdo de asociación con Israel. Han tardado 15 meses desde que España e Irlanda lo solicitaran. 15 meses de matanzas, torturas, hambre y bombas. Y todo para iniciar una revisión, no una suspensión.
¿Dónde está la ONU? Entre informes que nadie lee y vetos en el Consejo de Seguridad. ¿Dónde están los tribunales internacionales? Atascados en procesos que llegarán tarde, si es que llegan. ¿Dónde están los grandes defensores de la democracia? Desaparecidos tras los escombros. Pero, eso sí, qué rápida fue la UER en expulsar a Rusia del festival de Eurovisión en 2022. Con Israel no. Con Israel siempre hay matices, contextos, excusas.
Y cuando alguien grita “genocidio”, todavía hay quien se ofende. Como si fuera peor la palabra que la realidad que describe. Como si denunciar lo que hacen fuera más grave que hacerlo.
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