El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de la Comunidad de Madrid por las condiciones de trabajo de los sanitarios de la atención primaria y del personal de pediatría.
Los jueces, según ha sabido elDiario.es, han decidido avalar en su mayor parte la sentencia de los tribunales madrileños que establecieron que los derechos de integridad física y salud de los sanitarios estaban siendo vulnerados por sus condiciones y falta de protección, pero sí rechaza que la Justicia pueda obligar al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a hacer un tipo concreto de evaluación de estos riesgos.

La sentencia surge de una demanda presentada por el sindicato Asociación Primaria Se Mueve, en el que denunciaban la situación de la atención primaria y la pediatría pública de la Comunidad de Madrid desde antes de la pandemia hasta la actualidad, incluyendo la situación de los sanitarios durante las distintas olas de COVID. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid dictó una dura sentencia en marzo del año pasado en la que concluyó: «La Comunidad de Madrid vulnera los derechos de los médicos de atención primaria y pediatras en materia de integridad física y salud al no haberles dotado de forma completa de los medios y medidas de protección en su centro de trabajo e incumplir con sus obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales, de valoración de la carga de trabaja de dicho colectivo y evaluación de los riesgos de sus puestos de trabajo».
Related posts
SÍGUENOS
Milei, contra las cuerdas
El peronismo conquista seis de las ocho secciones electorales y abre una grieta en el proyecto de odio del Gobierno nacional.
Feijóo, de la centralidad al fango
Cuando el barro se convierte en programa político, el país entero queda atrapado en la cloaca.
Milei se rinde al dólar: volantazo desesperado con aval del FMI
El gobierno que prometía “no intervenir jamás en el mercado” se arrodilla ante la divisa y dinamita su propio dogma.
Vídeo | Queremos más Chikahiros
No hay pancartas masivas ni focos mediáticos. Solo un chef japonés que cada semana se planta ante la embajada de Israel en Tokio y repite lo mismo: “Parad el genodicio”. Una voz sola que vale por miles. Queremos más Chikahiros.
Vídeo | El negocio de matar
Palantir vende tecnología, pero lo que compra el ejército israelí es impunidad: un algoritmo que legitima la masacre. Cada contrato firmado es un misil que despega. Cada sonrisa de Karp es una fosa abierta.