¿Nos están llevando de vuelta a épocas donde el sacrificio personal primaba sobre la salud?
El anuncio reciente de “baja flexible” del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones plantea una serie de interrogantes sobre los límites de la dignidad laboral y los intereses que verdaderamente están en juego.
Con el argumento de que ciertos tratamientos médicos y tecnologías actuales permitirían a trabajadores y trabajadoras ejercer a media jornada mientras se recuperan, el Ministerio aboga por flexibilizar las bajas laborales. Sin embargo, esto no es más que un intento de reducir las prestaciones y trasladar los costos de la incapacidad temporal a las personas enfermas. Se trata de una jugada donde no solo pierde la clase trabajadora, sino también el sistema de protección social. En un contexto donde el PSOE se presenta como defensor de los derechos laborales, esta propuesta pone en duda su compromiso con la “O” de “obrero”. ¿Dónde queda la “O” que nunca existió en el PSOE cuando se habla de derechos laborales reales y de respeto a las condiciones de trabajo?
“BAJA FLEXIBLE”: UNA MEDIDA PARA REDUCIR COSTES, NO PARA PROTEGER
La introducción de la llamada “baja flexible” ha sido justificada con ejemplos de personas en proceso de recuperación que desean trabajar unas horas al día. El Ministerio sugiere que es un beneficio para quienes desean reincorporarse al mercado laboral de forma gradual. Pero en realidad, esta medida responde más a los intereses de la patronal y de las mutuas, quienes verán reducidos sus costos en prestaciones de incapacidad temporal.
Es importante recordar que en 2023, Seguridad Social desembolsó más de 10.282 millones de euros en compensaciones por incapacidades temporales. Las cifras que maneja el Ministerio han encendido alarmas en sectores que prefieren maximizar beneficios que proteger el derecho a la salud. La “flexibilización” que proponen no está destinada a mejorar las condiciones de los trabajadores y trabajadoras, sino a incentivar que personas que aún no están en condiciones óptimas vuelvan a la actividad laboral, arriesgando su recuperación.
A esta medida se suma la “jubilación flexible”, una iniciativa que también lleva años en el tintero y que, bajo el pretexto de que cada persona elija el momento de su retiro, incita a retrasar la salida del mercado laboral. Esta estrategia responde a los intereses de la Unión Europea y al cumplimiento de condiciones impuestas para acceder a fondos Next Generation. En otras palabras, se utiliza una política de supuesta flexibilidad para satisfacer requisitos económicos externos, sin tener en cuenta el verdadero bienestar de la clase trabajadora.
¿UNA NUEVA REALIDAD O UN ATAQUE A LA SALUD LABORAL?
El Ministerio de Seguridad Social argumenta que la baja flexible se adapta a la “nueva realidad” laboral, un eufemismo que intenta justificar que personas enfermas trabajen sin una recuperación completa. La lógica detrás de esta propuesta es que el teletrabajo y los tratamientos médicos actuales permiten una incorporación paulatina a las labores. Sin embargo, esta postura ignora los riesgos de una reincorporación prematura y el efecto a largo plazo en la salud de las y los trabajadores.
De hecho, el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha argumentado que “bien implementada, con el trabajador en el centro, podría ser beneficiosa”. Pero esta afirmación resulta dudosa, ya que en muchos sectores no se cuenta con las garantías suficientes para proteger a los y las trabajadoras de las presiones de las mutuas y de las empresas, que buscan minimizar el tiempo de baja por motivos financieros.
La introducción de las mutuas en la gestión de las bajas de origen traumático, a través de un acuerdo firmado con los sindicatos, responde a la misma lógica de recorte. Esto no se debe a un deseo de “actualizarse” ni de “modernizar” el sistema de bajas, sino a la voluntad de reducir el tiempo de reposo, priorizando el ahorro de recursos sobre la recuperación completa. La prolongación innecesaria de las bajas, como afirman, es un argumento que ignora la realidad de las condiciones de trabajo y las razones de las incapacidades temporales, muchas de las cuales surgen de contextos laborales extenuantes o peligrosos.
Según los datos del propio Ministerio, en 2023 se registraron 6,4 millones de procesos de baja, de los cuales la duración media fue de 40 días, afectando tanto a personas con cáncer como a trabajadoras embarazadas o con gripes. Es evidente que el problema no es el abuso de las bajas sino la falta de una política de prevención en riesgos laborales y una estructura que valore realmente el bienestar de la clase trabajadora.
Mientras la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha criticado esta iniciativa, declarando que “con la salud no se juega”, la realidad es que la implementación de esta baja flexible beneficiará a las mutuas y a las empresas, no a quienes enfrentan enfermedades o lesiones. En lugar de dedicar esfuerzos a fortalecer las políticas de prevención de salud laboral, se pretende encubrir un retroceso en derechos bajo el disfraz de la “flexibilidad”.
LAS REDES REACCIONAN
La reacción en redes sociales ante la propuesta de baja flexible no se ha hecho esperar. Usuarios y figuras públicas han lanzado duras críticas, cuestionando la legitimidad de la medida y denunciando los intereses empresariales que parecen influir en el gobierno. Fonsi Loaiza, por ejemplo, ironizó sobre cómo esta medida se gesta desde “el palco del Bernabéu del capo Florentino Pérez”, sugiriendo que los intereses de las élites empresariales están dictando las políticas laborales del país.
Otra crítica recurrente ha sido la falta de compromiso del PSOE con los derechos de la clase trabajadora. Jose Cabrera preguntó retóricamente “dónde está la ‘O’ de Obrero en el PSOE”, una referencia mordaz que ha resonado ampliamente. Además, el tono irónico de otros usuarios como Luka Banjah, quien compartió una imagen satírica de un herido pidiendo la “baja flexible” en lugar de ayuda médica, muestra el escepticismo y la indignación ante una medida vista como un retroceso en derechos laborales.
Las reacciones también han venido de partidos como Podemos, que publicó una imagen de una persona mayor apoyada en muletas mientras trabaja en un supermercado, criticando visualmente la imposición de trabajar en condiciones indignas. En redes, la baja flexible se ha interpretado como una medida para trasladar el costo de la recuperación a quienes menos pueden permitírselo, exponiendo la distancia entre las políticas del gobierno y las necesidades reales de la clase trabajadora.
LA “NUEVA REALIDAD” ES UN RETROCESO EN LOS DERECHOS LABORALES
Nos dicen que estamos en una “nueva realidad”, pero esta realidad parece un regreso a una época en la que los derechos laborales eran una excepción y no una norma. La propuesta de baja flexible es solo un paso más en una serie de políticas que sacrifican la salud de las y los trabajadores en favor de intereses económicos. En una sociedad que verdaderamente defendiera la salud y la seguridad laboral, esta “flexibilidad” no sería necesaria; se invertiría en prevención, en reducción de la carga laboral y en verdaderas políticas de conciliación.
Estamos hablando de un modelo donde se premia la explotación y se normaliza el sacrificio en pos de los beneficios. En lugar de promover una recuperación plena y digna, estas medidas apuestan por mantener una fuerza laboral disponible incluso cuando las condiciones de salud no lo permiten. Esta “nueva realidad” no es más que una vuelta atrás en derechos laborales conquistados con décadas de lucha. Así, la “O” de obrero en el PSOE se queda en letra vacía y decorativa, mientras la realidad de los y las trabajadoras sigue siendo cada vez más precaria.
La salud no debería estar sujeta a “nuevas realidades” ni a conveniencias económicas de mutuas y patronales.
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En lo principis del PSOE,me afiliíe,y con un pequeńo detalls,les rompí el carné en su cara….”compańeros,tenemos que l’impiar el local,aquí no hay classes,tod@s somos iguales”,le contesté “y tu compańera,porqué no límpias? ” porqué to estoy lliberada”,”pues tona la escoba,to también me libero”,le rompí el carné,y me fui.