Bielorrusia está en camino de implementar una ley que penaliza la «promoción de relaciones no tradicionales», en un claro ataque al colectivo LGTBI. Según el fiscal general, Andrei Shved, esta norma castigará a quienes fomenten las «relaciones anormales, la pedofilia y la negativa voluntaria a tener hijos».
UN RETROCESO EN LOS DERECHOS LGTBI
La iniciativa refleja la postura del régimen autoritario liderado por Aleksandr Lukashenko hacia las personas homosexuales y transexuales. A pesar de que la homosexualidad se despenalizó en 1994, el país no reconoce los matrimonios entre personas del mismo sexo y las autoridades han reprimido las manifestaciones del orgullo LGTBI.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos denuncian la vulnerabilidad del colectivo LGTBI en Bielorrusia, así como su discriminación en ámbitos como la sanidad, el empleo y la educación. Además, se han reportado detenciones arbitrarias y persecuciones basadas en la orientación sexual o identidad de género. Según la ILGA, Bielorrusia ocupa uno de los lugares más bajos en Europa en términos de protección de los derechos del colectivo.
APOYO DEL LÍDER AUTORITARIO
El presidente Lukashenko ha mostrado abiertamente su desprecio hacia el colectivo LGTBI, utilizando términos como «pervertidos» y «abominación suprema» para referirse a las personas homosexuales en un discurso dirigido a los políticos el año pasado. Esta retórica inflamatoria contribuye a un clima de intolerancia y discriminación.
Bielorrusia, aliada cercana del presidente ruso Vladímir Putin, sigue el ejemplo de Rusia en su persecución del colectivo LGTBI. En Rusia, la infame ley de propaganda antigay, en vigor desde 2013, prohíbe cualquier expresión pública de «relaciones sexuales no tradicionales», con consecuencias devastadoras para los derechos y la seguridad de las personas LGTBI.
REPRESIÓN Y EXTREMISMO
El Tribunal Supremo de Rusia intensificó aún más la represión al catalogar el «movimiento social internacional LGTB» como una organización extremista en diciembre pasado. Esta medida draconiana representa un grave retroceso en los derechos humanos y la libertad de expresión en Rusia.
En resumen, la iniciativa de Bielorrusia de promulgar una ley contra el colectivo LGTBI es un alarmante recordatorio de la persistente intolerancia y discriminación que enfrentan las personas LGTBI en todo el mundo, y exige una respuesta urgente y enérgica de la comunidad internacional para proteger sus derechos fundamentales.
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